“La mejor defensa contra la mala literatura es una experiencia plena de la buena; así como para protegerse de los bribones es mucho más eficaz intimar realmente con personas honestas que desconfiar en principio de todo el mundo” C.S. Lewis
Octavio Paz escribió en 1974 en su libro “Los hijos del limo” que si la sociedad no evoluciona y se estanca, estalla una revolución; indicaba también que de las tres grandes revoluciones (revolución francesa, revolución estadounidense y revoluciones hispanoamericanas), si bien las dos primeras habían tenido resultados fructíferos, las nuestras marcaron el inicio de la desolación que ha sido nuestra historia hasta la actualidad.
Respecto a los resultados fructíferos, sin duda esta idea es compartida por muchos escritores e historiadores; una “verdad” incluida en nuestros libros de texto gratuitos. Lo que nunca se dice es que la Revolución llevo a cabo políticas para descristianizar a Francia, entre las que se encuentra la Constitución del Clero y el llamado “Culto a la razón” con influencia claramente masónica y cuyo objetivo era la sustitución del culto católico. Aunado a ello se cometieron todo tipo de atrocidades: la abolición de las órdenes religiosas, la ejecución de sacerdotes refractarios, la laicización del matrimonio, instauración del divorcio, las profanaciones, la destrucción de iglesias. El asesinato del rey Luis XVI de Francia fue planeado con antelación por la francmasonería. La Revolución francesa fue la rebelión del hombre contra Dios, es decir la liberación de toda potestad divina.
Por lo que se refiere a la revolución estadounidense, la masonería estuvo implicada, contando entre sus filas a George Washington, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin. La Declaración de Independencia tiene la marca del Enciclopedismo (que proclamo la superioridad de la razón frente a la tradición y la fe), así como la huella de la Ilustración (la descristianización a través de la “autonomía del pensamiento”, separándola de la fe católica). Huelga decir que la masonería estuvo detrás de las independencias y revoluciones hispanoamericanas; emancipar a las provincias de España era esencial para el dominio político y comercial; inicia aquí la desolación y miseria (no causada por España sino por la masonería); lo que había sido el imperio español y católico, fue desmembrado y convertido en repúblicas bananeras.
Regresando al poeta mexicano, se unió en su juventud a la causa de la República española; viajo en 1937 a aquel país, invitado a un congreso de escritores en defensa de la cultura, mostrando su apoyo a la República. ¿Y qué sucedía en aquel país mientras tanto? Había estallado la Guerra Civil española y la Segunda República donde se gestó la persecución religiosa: fueron asesinados obispos, sacerdotes, frailes y monjas, así como católicos víctimas del odio a la religión católica, debiendo vivir en absoluta clandestinidad. Y el poeta afirmaba que España le había enseñado el significado de la palabra “fraternidad”.
Paz escribió con férrea convicción sobre las revoluciones. Y su rebelión juvenil tenía raíces profundas; la experiencia nos dice que nada tan grande sucede de pronto: en una entrevista concedida a Rita Guibert para el libro “Siete voces” (1974) dijo: “Un buen día, al salir de la iglesia, comprobé una vez más que la Comunión no me había producido ningún efecto. Estaba tan caído de la mano de Dios después de la Comunión como antes. Escupí en el suelo como si quisiera devolver la hostia, bailé sobre mi escupitajo, dije dos o tres maldiciones y reté a Dios. Desde ese día, aunque sin decírselo a nadie, profesé un antideísmo beligerante».
En 1990 durante una entrevista concedida a Carlos Castillo Pereza, al preguntarle éste el por qué había roto con el catolicismo, Paz respondió: “Para mí el cristianismo era el orden y la burguesía. Soy hijo de mi siglo y mi rebelión juvenil tenía que ser obra de demolición”.
Recordemos que la lectura es siempre alimento indispensable, todo radica en separar la literatura buena de la mala, la verdad de la mentira, evitando con ello que varias inteligencias y corazones se pierdan. ¿Qué importa si un escritor ha ganado un premio Nobel si con sus obras transmite el espíritu liberal y su antideísmo? El mérito literario no implica que haya que leer y aplaudir a un poeta sin importar lo que escribe; antes bien, ha de tenerse con reservas y reprobarle siempre que sea necesario.
Lo dicho por Paz y otros tantos escritores sudamericanos, me trae a la memoria las demoledoras y siempre actuales palabras de Gilbert Keith Chesterton:
«Solo la Iglesia Católica puede salvar al hombre de la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo»…
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