¿Por qué algunos matrimonios tienen una tasa de divorcio del 2% y otros del 60%? Fidelidad, oración unida y planificación familiar natural.

Los matrimonios religiosos y uniones civiles, tienen un porcentaje de divorcios del 55% aproximadamente. 

Pero hay grupos de matrimonios, que su media de divorcios es del 2% solamente. Estos grupos reúnen unas características de conocimientos y prácticas religiosas, muy concretas. Dios bendice a los matrimonios que rezan juntos, para obtener un objetivo común. Esos son los matrimonios, demostrado por las estadísticas, que tienen muchas menos probabilidades de llegar a divorciarse. Los que rezan unidos, permanecen unidos.

Este artículo se refiere especialmente, a la práctica religiosa de los cónyuges y a su gran influencia para disminuir y casi eliminar, el porcentaje de divorcios, pues lo que se hace con el alma, el cuerpo lo siente. Si tiene dudas, debe consultarlo con los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión que cada uno practique.

Los matrimonios, cuyos cónyuges practican juntos sus obligaciones y devociones religiosas, como la Sagrada Comunión, la Confesión frecuente, la asistencia semanal a la Santa Misa, la oración en pareja, la fidelidad y entrega total,la planificación familiar natural, etc. solamente tienen una tasa de divorcios del 2% según estadísticas, muy fiables, y es la tasa de divorcios más baja que existe.

Los matrimonios se realizan para formar una familia y no para convivir como parejas, solamente. De ahí se deducen todas las cuestiones sobre tener hijos y su número. Conocer, entender y practicar la planificación familiar natural, reduce casi a cero, el número de matrimonios que se divorcian. Las continuas demostraciones de amor, realizadas en los días de abstinencia voluntaria y la fortaleza para mantener la promesa de aplazar las relaciones sexuales, durante las fechas fértiles de la esposa, significa un dominio de los cónyuges, que también se manifiesta, cuando tienen diferencias en sus formas de ver y sentir la convivencia.

Al practicar la planificación familiar natural, se elimina el consumo de anti conceptivos y de esta forma, se suprimen las posibilidades de embarazos no deseados y los consiguientes abortos. Los abortos son otro de los grandes motivos, que inducen a los divorcios. Los anticonceptivos que están diseñados, para que las mujeres crean que no van a quedar embarazas, hacen que las relaciones sexuales sean más frecuentes y por lo tanto, lo que por una parte impiden los embarazos, por otra parte, debido a la mayor frecuencia, los aumentan. Sugiero que lean: El peligro de los preservativos, explicado a los hijos | Mi Cumbre. Este articulo es aplicable también ente los cónyuges, que quieran reducir las probabilidades del divorcio.

Si los cónyuges siguen el Mandamiento de la Ley de Dios: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, se da por hecho que amar al cónyuge, es amar al prójimo más próximo. Y este amor a Dios y al cónyuge, es el que juntándolos en la oración, hacen que el matrimonio persevere en su fidelidad y se aleje, de la plaga de los divorcios. Por eso los matrimonios que practican juntos la oración, son los que tienen la tasa de divorcio más baja.

El factor religioso, es la clave para alejarse de las posibilidades del divorcio. Si cada cónyuge no descubre, juntos o separados, la importancia de la religión, para mantener el vínculo adquirido, será muy difícil que puedan mantener la capacidad, para enfrentarse a los problemas de la vida conyugal, disfrutar de ella y formar una familia duradera y feliz.

Poner a Dios en el centro del matrimonio, es la gran diferencia entre los que se divorcian y los que no lo hacen. Si ponen énfasis en lo físico, temporal y económico, no podrán tener la determinación necesaria, para afianzar la estabilidad de su unión, darle el rumbo adecuado y no darse por vencidos, al intentar solucionar sus posibles conflictos, familiares y sociales.

Conocer la religión y practicarla conjuntamente entre los cónyuges, es todo un proceso que hay que ir recorriendo: Creer y profundizar en el conocimiento del cónyuge, porque el conocimiento lleva al entendimiento, y el entendimiento al diálogo, y el diálogo a la convivencia, y la convivencia al amor, y el amor a la oración conjunta. La ignorancia religiosa nunca es buena, aunque al principio parezca hacer la vida más fácil, sencilla o apetecible.

El divorcio es una de las principales fuente de sufrimiento, para las familias. Todos tienen que hacer un frente común, para poner las defensas necesarias y así poder alejarse de él y evitarlo. La abstinencia por amor, en los casos de seguimiento de la planificación familiar natural, la fidelidad y la vida saludable sexualmente, son la auténtica vía segura, para alejarse del grave problema de los divorcios.

Las 10 reglas de oro para fortalecer el matrimonio y evitar el divorcio:

1.     Apoyarse, animarse y tratar mutuamente, para estar unidos y así descubrir, comprender y satisfacer, hasta los pequeños detalles o las necesidades más profundas del cónyuge.

2.     Auscultar, discernir e interpretar los sentimientos y calidad de vida del cónyuge, para corregir lo que se necesario, en su beneficio y en el de la familia.

3.     Celebrar la felicidad emocional, física y espiritual de la convivencia, para sentirse cada vez más apreciado por el cónyuge.

4.     Considerar que las omisiones, de las obligaciones comprometidas, son tan nefastas, como las malas acciones conyugales.

5.     Entregarse incondicionalmente, como cónyuge, prometiéndose fidelidad en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y todos los días de la vida.

6.     Huir de los espejismos que engañan, haciendo creer que la felicidad terrenal, está fuera del propio matrimonio y de la familia.

7.     Perdonarse mutuamente, declarando y admitiendo los errores u ofensas cometidas, para volver a ser aceptado por el cónyuge.

8.     Perseverar en el mutuo amor, en las situaciones fáciles o difíciles, sin dejarse llevar por fantasías, que siempre conducen al divorcio.

9.     Protegerse mutuamente de las amenazas visibles e invisibles de la sociedad, contra el matrimonio, construyendo un sentimiento de seguridad y estabilidad dentro de la familia.

10. Renovar periódicamente el amor, para fortalecer el mutuo compromiso de crecimiento y entrega, ilimitada y absoluta.

La comodidad en los matrimonios, es un monstruo que arrastra con todo. El matrimonio es entrega total e incondicional al cónyuge, por lo que, el que hace las cosas a su única manera y se asienta en su comodidad, sabe que el monstruo del divorcio, devorará su matrimonio.

No todo lo que es posible hacer, es moralmente aceptable. Algunos creen que en esta dictadura del relativismo, todo está permitido. Por eso los desvaríos en los matrimonios, que arrastran al divorcio, están representados en el aborto legal, la infidelidad, las enfermedades sexuales y en todo cuanto implique renuncia y contrariedad, a las virtudes y valores humanos.

Se debe pedir a Dios con sinceridad y con hechos reales, no con promesas, (A Dios rogando, pero con el mazo dando) para que ayude a los cónyuges a quererse mucho, a entregarse mutua e incondicionalmente y sin esperar recibir compensación alguna. Si se pide insistentemente por los hijos, es seguro que Dios no los abandonará. Mucho menos si esa petición y esos hechos, los realizan conjuntamente los cónyuges, pidiendo y deseando llegar, a los mismos objetivos de amarse mutuamente, y de soportar todas los problemas que puedan surgir.

Los peligros de llegar a los divorcios, son muchos, y están enumerados en los artículos adjuntos. Pero los principales frentes que hay que luchar, para tener matrimonios felices y duraderos,  son los siguientes: El dinero, cómo ganarlo y administrarlo bien. La planificación o no, de la concepción de los hijos y su relación con la sexualidad de los cónyuges. La crianza de los hijos, de forma que unan y no separen al matrimonio. Las relaciones entre los cónyuges, en sus aspectos de afectividad, educación, respeto, etc. Los aspectos sociales, los culturales, los legales, los políticos, las costumbres familiares y grupales, las situaciones externas, etc.  Estos conceptos bien llevados, se pueden solucionar en gran parte, pidiéndole a Dios su ayuda, juntos.

Hay muchas y muy diversas estadísticas, sobre el porcentaje de divorcios de los matrimonios y uniones civiles.No puedo ni debo entrar a juzgar la calidad, ni las técnicas empleadas, ni sus objetivos buenos o manipuladores.

Algunas estadísticas están hechas técnicamente, pero otras tienen muy poco valor estadístico. Hay tantas variables en esos grupos demográficos y sus circunstancias, que son muy difíciles determinar, los porcentajes de divorcios en cada una de ellos, ya que dependen enormemente de muchos factores, aunque el principal sea el religioso.

Los 10 principales grupos de matrimonios o uniones analizadas: Dependiendo también de ciudades, naciones, personas, circunstancias, etc.

1.     Cónyuges de diferente o igual sexo.

2.     Duración de la unión previa al divorcio.

3.     Duración del procedimiento de divorcio (exprés o tradicional).

4.     Edades de los cónyuges.

5.     Estado civil, al contraer la unión.

6.     Nacionalidad de los cónyuges.

7.     Segundas uniones.

8.     Uniones interreligiosas.

9.     Uniones intersociales (razas, orígenes, culturas, educaciones, estudios, economías, edades, etc.).

10. Uniones sin hijos o con hijos y sus diferentes edades.

Todos tenemos que ayudar y estar junto a los cónyuges y sus familiares, que pasan por los malos momentos,donde se oigan “tambores de guerra”, o cuando aparezcan banderas rojas, avisando de las posibilidades del divorcio.

Los 10 principales aspectos para evitar los divorcios:

1.     Administrar conjuntamente los ingresos, gastos y ahorros familiares.

2.     Asistir juntos a los actos religiosos y rezar unidos en el hogar, mucho mejor, si es delante de los hijos.

3.     Haber preparado muy bien, desde el noviazgo, el futuro matrimonio, o complementado posteriormente, lo que no se había previsto.

4.     La comunicación continua, sincera, generosa, educada e íntima, incluso cuando llegan los problemas, graves o leves.

5.     Mantener en todo momento, una total fidelidad conyugal.

6.     Mantener una planificación familiar natural. Eso requiere mucho amor, para cuando sea necesaria ofrecer la abstinencia sexual, como un acto de amor incondicional, hacia la persona amada. Esta continencia, es fruto de la virtud de la templanza y de la castidad matrimonial.

7.     No tener relaciones sexuales, prematrimoniales.

8.     Practicar las virtudes y valores humanos, evitando la manipulación, el egoísmo y la violencia familiar.

9.     Saber perdonar los errores ajenos y aprender a reconciliarse.

10. Tener la capacidad para saber resolver los problemas que se presenten, antes de que crezcan o se compliquen, marchando los dos cónyuges, en la misma dirección.

El divorcio es una verdadera epidemia, pero hay muchas herramientas, para enfrentarlo y ganarle la guerra. Conocer y practicar las virtudes y valores humanos entre los cónyuges, es otro de los índices que hace disminuir, la posibilidad de divorcio. El buen ejemplo dado y recibido, de religiosidad convivida entre los cónyuges, es otra de las armas que sirve, para luchar contra el divorcio.

Hay que alegrarse de los progresos logrados frente al divorcio, entre los cónyuges que practican conjuntamente sus relaciones religiosas, desde el contexto humano de la educación en el amor. Además de entre otras cosas, tener siempre un férreo control, sobre las conductas ligadas a la infidelidad.

Uno de los conceptos que agravan, el porcentaje de divorcios, son las enfermedades de transmisión sexual, producidas por las infidelidades. Los cónyuges que mutuamente son fieles, tienen ganado mucho terreno, ante el flagelo del divorcio.

Las infidelidades traen las consecuencias de las infecciones, las graves explicaciones obligatorias, el rechazo a continuar en unión, el mantener los secretos, que muchas veces son a voces, las obligaciones que se contraen con las infidelidades, etc. Todas estas situaciones son, las que hacen acercarse cada vez con más intensidad, hacia la decisión voluntaria u obligatoria del divorcio. Si se evitan esos peligros, se aumenta la distancia hacia el divorcio.

Cuando se quieren y se entregan total e incondicionalmente los cónyuges, ninguno de ellos debe permitir que el otro, tome riesgos relacionados con las prácticas sexuales legitimas matrimoniales. El uso de los anticonceptivos, son riesgos para los que los usan, que algunas veces por un amor mal entendido, por comodidad o por imposición, lo hacen sin percatarse de las graves consecuencias. Ese egoísmo, puede alertar a la otra persona, que no hay un verdadero amor incondicional y que por lo tanto, esos cónyuges, entran en el camino de la autodefensa, que puede terminar muy fácilmente en el divorcio.

Cada uno de estos conceptos es un sumatorio, en el índice de los porcentajes de los matrimonios que se divorcian. A mayor exposición ante los anticonceptivos, las infidelidades, los abusos, etc. mayores serán las posibilidades de divorcio, mientras que los que rezan juntos y llevan una buena planificación familiar natural, el índice de divorcios disminuirá, hasta llegar casi al cero por ciento.

La fidelidad al cónyuge es lo que le hace ser más grande y la fidelidad a la práctica de las virtudes y valores humanos, es lo que le hace ser único, para uno mismo y para el otro cónyuge. La fidelidad se consigue, formando la conciencia día a día, con el amor, la reflexión, la educación y el estudio. De ahí la importancia que tiene cada día, el dedicar unos minutos para cultivar buenos y rectos pensamientos, para que ayuden a conservar la fidelidad.

Los 6 elementos esenciales, que ayudan a alejarse de las posibilidades del divorcio:

1.     Amar incondicionalmente a quien se debe amar, por voluntad propia y por el compromiso irrenunciable adquirido, por el bien del cónyuge. Amor racional y amor espiritual, no amor instintivo, ni sensible, ni egoísta, ni acomodado. Amor alejado de los sucedáneos, como la permisividad y los caprichos.

2.     Estar alerta de los signos internos y externos, que pudieran perjudicar al matrimonio, preguntando, observando, dialogando, utilizando la inteligencia y la voluntad, para mutuamente encauzarse, orientarse, motivarse y limitarse.

3.     Fomentar los hábitos de conducta, constructivos y virtuosos, de la constancia, la decisión, la voluntad y el esfuerzo, para que el matrimonio se oriente con la brújula de la religión.

4.     Saber distinguir el bien del mal, lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, lo que suma al matrimonio y a la familia y lo que le resta, lo que lo hace sólido y lo que lo hace líquido.

5.     Tolerancia total entre los cónyuges, unida a la generosidad, al mutuo sacrificio, a la renuncia del yo y dedicación al tú, a la fortaleza disciplinada y a la bondad, que es la capacidad de hacer el bien.

6.     Unidad absoluta y para siempre, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. En la educación de los hijos, en la administración de los bienes, en la solidez y criterio de las decisiones familiares, en la mutua guía y apoyo, como referencia al bien común, para tratar de conseguir una familia sana, fuerte y fructífera.

Para eliminar las posibilidades, de caer en el complejo e irreversible problema del divorcio, se necesitan mentes que sepan realizar síntesis lúcidas, inteligentes y condensadas en lo esencial, ante las claras señales de advertencia, que emiten los actos, que llevan indefectiblemente al divorcio.

Si tiene algún comentario general, por favor escriba a francisco@micumbre.com

Si quiere leer otros artículos complementarios, visite www.micumbre.com 

 

Deja una respuesta