Cuando votamos, normalmente como ciudadanos y habitantes de un país lo hacemos pensando en todos los beneficios que obtendremos como sociedad. Pero antes que el bien común, consideramos todo lo que posiblemente nos ayude a mejorar nuestra situación económica y laboral. Siempre buscamos que se nos den facilidades materiales para alcanzar beneficios personales. Y a menudo olvidamos pensar en el bien común, relegamos a las futuras generaciones y hacemos a un lado a los demás.
“Mientras tenga yo seguridad, empleo y a veces hasta un hueso, lo demás seguramente fluirá” deliberamos. Entonces, cuando elegimos al candidato “idóneo” pensamos en lo que nos ofrece y en los compromisos que promete cumplirá. Sin embargo, dicen que la burra no se hace arisca sino la hacen, y con el paso de las décadas hemos dado cuenta que no todo lo que brilla es oro. Entonces nos hemos vuelto escépticos ante las campañas políticas que más bien nos hacen especular en qué tanto están inventando y qué tan bien lo están haciendo. Cuánto dinero estarán gastado, quién será el coordinador de campaña y criticamos su forma de hablar, de vestir y de atacar a los contrincantes.
En este sentido, hemos endurecido nuestro corazón político y votante, y nos hemos convertido en mirones, en lugar de actores activos de un proceso que a todos concierne. No que alguna vez hayamos participado, pero hoy más que nunca, gracias al desencanto ciudadano, menos buscamos ingerir, ya que sabemos o suponemos que hay una mafia que está tan podrida que ya no sabemos si creer o no todo aquello que pronuncian los candidatos en sus campañas.
No obstante, es imprescindible que dicha comprensible apatía la sacudamos de nuestro existir y nos enfoquemos en lo que en realidad nos debería de interesar; si ya no creemos en las palabras de los candidatos, porque ya sabemos que “nunca cumplen”, o si de plano no nos gusta su imagen o forma de hablar, porque en una era mediática es imprescindible el look y la labia para convencer, sin importar la capacidad, es imprescindible que consideremos los principios de los partidos. De una u otra forma, aunque el candidato no nos logre convencer, vamos recordando los estatutos de cada uno de los partidos contendientes. De esta forma, tendremos por lo menos certeza que tienen un bloque que los respalda y que no permitirá que transgreda los valores de tal o cual postura.
Cabe destacar que también es imprescindible pensar en el bien común para elegir al candidato/partido porque si vemos que es un equipo que considera el futuro a largo plazo, entonces podemos tener aunque sea un poco de tranquilidad de saber que no es el poder por el poder, sino el poder para transformar el futuro de la sociedad.
Ejemplos podemos tener con el tema del aborto y las uniones entre homosexuales así como la pretensión de estos grupos a adoptar menores de edad. En este sentido, el candidato que apoya tanto como la terminación de un embarazo de manera provocada, como la unión entre homosexuales queriéndola llamar matrimonio y la adopción de niños, no está pensando en el bien superior del menor. ¡Es más! No está pensando en el bien superior de la sociedad. Simplemente está considerando minorías, y esto no es deseable, porque a la larga nos perjudicará como nación.
Puntualizando leamos qué opinó al respecto Enrique Peña Nieto: «Yo creo que el tema de la legalización [aborto] tiene que ver con la condición, idiosincrasia, y condición de cada entidad y está sujeta a la definición que tome la representación social de cada Estado» en rueda de prensa ofrecida en la sala de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
«En lo que sí he sido muy claro es en no criminalizar esta práctica y que no puede criminalizarse a la mujer que eventualmente tome la decisión de la práctica del aborto, estoy más en lo personal en favor de la vida y de favorecer a todas las condiciones, medidas de carácter preventivo y educativas que favorezcan a la vida», aseguró.
No criminalizar a la mujer que aborta, algo en lo que yo estoy de acuerdo, pero sí habrá que castigar a quiénes lo practiquen y a quiénes lo promuevan, sino sería como casi todo en nuestro país que no se castiga aunque está prohibido y por eso ese vacío en el estado de derecho que se vive en la actualidad.
Por otro lado, en su comparecencia ante el pleno de la CEM, la candidata del PAN a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, se declaró en contra del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Ante alrededor de 120 obispos y arzobispos del país, Vázquez Mota definió su postura y les dijo abiertamente: “Estoy en contra del aborto”.
Aunque también aclaró que, no por esto, debe criminalizarse a las mujeres que terminen su embarazo. “Estoy en contra de la criminalización de la mujer”, recalcó. Y al externar su postura sobre el matrimonio, dijo la candidata panista: “Yo vengo de un matrimonio conformado por un padre y una madre, por un hombre y una mujer. Es el único matrimonio que conozco y el único que defenderé.” De esta manera rechazó a los matrimonios entre personas del mismo sexo y, por consiguiente, el derecho que algunas legislaciones les han dado para que puedan adoptar hijos. Vázquez Mota también se declaró abiertamente a favor de una plena libertad religiosa.
Finalmente, ante el CEM, Andrés Manuel López Obrador, candidato de las izquierdas a la Presidencia, no quiso manifestar su postura en torno a los temas que interesan a la Iglesia, como el aborto legal, las bodas gay y la reforma religiosa. En la propia sede del Episcopado, López Obrador señaló solamente que, de llegar a la Presidencia, las leyes sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales las someterá a consulta popular. “Yo seré muy respetuoso del Poder Legislativo y del marco legal. Para llevar a cabo esas reformas en materia de libertad religiosa es necesario realizar antes las consultas pertinentes”.
En este último orden de ideas, pienso que la única persona que habló claro y de frente fue la candidata del PAN, no se fue con rodeos, el candidato del PRI lo dejó a la deriva aunque al final aceptó que no está a favor del aborto, pero se lo dejó a las distintas entidades y el candidato del PRD excusándose en ser un “hombre de estado” lo dejaría en tela de juicio de la sociedad. ¡Qué grave es dejar todo en manos de nosotros los ciudadanos! Para eso se eligen mandatarios para que de forma informada y formada elijan el bienestar común, no podemos todos llegar a opinar, porque no cualquiera tiene la capacidad para decidir sobre todos los temas. A parte retomando el inicio de este escrito, no todo el mundo está dispuesto a participar, entonces habría un sesgo marcado por los grupos de interés en que estas dos “propuestas” contrarias a la dignidad humana se logren.
Entonces dejo en claro, que lo más sensato en esta era de escepticismo y desencanto político es pensar en los principios del partido, en darse cuenta quién ha considerado el bien común, quién no ha dividido al pueblo y creado resentimiento y sobre todo quien ve por el futuro de la humanidad. Si lo anterior lo encontramos en alguno de los candidatos, vamos de gane porque si eso se logra, lo material se nos dará por añadidura ya que una sociedad humana e integrada funciona mejor.
Nos leemos la semana que entra para no quedarnos atrás y ver hacia delante.
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