Por *Juan Alberto Echeverry
Sab 7,7 Por eso supliqué a Dios, y me concedió prudencia; le pedí espíritu de sabiduría, y me lo dio. 8 La preferí a los cetros y los tronos; en comparación con ella, tuve en nada la riqueza.
La prudencia es hija privilegiada de la sabiduría, y nos sirve para casi todos los caminos y las edades de la vida. Es necesaria a todos y cada uno de los seres humanos, y es una herramienta muy útil en todas las familias. De ella se desprende como fruto, todos los resultados exitosos en los proyectos que se emprenden y aún la leve pérdida en las derrotas que sin querer llegan a nuestras vidas.
• La prudencia al hablar, nos evita grandes sufrimientos, menos enemigos y menos chismes en los que nos puedan enredar. • La prudencia al gastar, nos ayuda a mantener una economía estable, un ahorro permanente y un auxilio en los momentos de vacas flacas. • La prudencia al invertir nos evita grandes catástrofes económicas y nos permite conciliar el sueño con tranquilidad. • La prudencia al comprometerse nos ayuda a ser responsables en nuestros compromisos, y a salir airosos en nuestras relaciones de deber. • La prudencia al comer, nos evita molestias al dormir y alarga nuestros años de bienestar físico y salud, sin dejar a un lado una silueta armónica. • La prudencia al vestir, nos ayuda a que otros no caigan en pecado por culpa de nuestra desnudez, o nos ayuda a proyectar sensatez en diversos círculos sociales. • La prudencia al relacionarnos con los demás nos hace ser estimados y obtener amistades sensatas, prudentes, duraderas y verdaderas; sin ser impertinentes o invasivos. • La prudencia en las ocasiones de pecado, nos ayuda a salir airosos a la hora de mantenernos fieles a Dios, a la sociedad y a nuestros seres queridos. A mantener nuestra vida llena de bendición, y asegurar una eternidad bienaventurada. • La prudencia al exponernos en el peligro, nos sirve para salvaguardar nuestra integridad en todos los aspectos, haciendo felices a quienes nos aman y evitando dolores futuros. Si nos amamos, nos cuidamos prudentemente. • La prudencia al conducir, nos evita dolores de cabeza, accidentes y sobre todo, dañar a otros hermanos, que también necesitan ser protegidos.
En fin, la prudencia sirve para todo lo bueno en esta vida que se nos ha regalado, es como un maravilloso seguro de vida, como una lámpara en nuestro camino. No dejes de pedirla, buscarla y aplicarla en tu vida. No dejes de entrenarte y entrenar a tus hijos en ella. Es un tesoro que te hará conquistar altas cimas.
*Facilitador católico Director de la FUNDACIÓN CATÓLICA IMMAH Laico Católico Colombiano, escritor y predicador
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