México de nuevo mal en la prueba PISA

A principios de diciembre  se presentaron los resultados de la última prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). Malas noticias, en la prueba México obtuvo nuevamente el último lugar (34 de 34) de los países de la OCDE, y el 53 de todos los países que participan en esta prueba (65). Y no solamente al nivel de educación básica, primaria y secundaria, sino también al nivel de educación media superior. El examen fue aplicado en marzo de 2012 a cerca de 30 mil estudiantes del país, para luego contrastar sus resultados con los de más de medio millón de alumnos de 65 países diferentes. Las naciones fueron evaluadas con puntos, como se acostumbra, en matemáticas, lectura y ciencia, donde México obtuvo 413 en matemáticas (promedio OCDE 493), 424 en lectura (496 promedio OCDE) y 415 en ciencias (promedio OCDE 501), lejos de la meta planteada por el ex presidente Calderón de llegar a 435 puntos, alrededor del nivel que tiene por ejemplo España. Shanghai solamente en matemáticas fue la cabeza de todos los países con 613 puntos. Se ha avanzado en cobertura educativa y con respecto a los puntajes obtenidos en anteriores pruebas de PISA se ha mejorado, pero nos tomará décadas al ritmo que vamos alcanzar al menos el promedio de puntaje de la OCDE.

En contraste días después se tuvo una ceremonia con toda pompa en la SEP con la presencia de gobernadores, del presidente de la república, y claro, del secretario de educación, el motivo, increíble pero cierto, la firma de un convenio para que los gobernadores se comprometan a cumplir lo que la ley dice que hagan en materia educativa.

En dicha ceremonia el secretario Chuayffet dijo que se estará realizando una consulta para modificar el modelo educativo. Habría que preguntar ¿Es que tenemos un modelo educativo definido que se pueda y se necesite cambiar? Que nos expliquen cuál es. ¿Acaso volveremos a las modas sexenales de hacer a un lado lo que hizo el anterior sin una evaluación, sin explicaciones ni justificación? Solamente nos dicen que quieren cambiar, pero no nos dicen qué es lo que está funcionando mal. Es evidente que tenemos que trabajar por mejorar las cosas, pero a partir de un diagnóstico certero para no estar dando palos de ciego.

Por estos días Claudio X. González, presidente de la agrupación “Mexicanos Primero”  acusó con dedo flamígero que el gobierno del presidente Calderón no le había importado la educación y que no se había hecho nada, pues dejó el asunto en manos de dos funcionario que solamente les interesaba su carrera política hacia la presidencia.

Lo extraño es que uno y otro personaje no tomen en cuenta que en el sexenio anterior se hizo la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), trazándose el perfil de egreso, los ejes educativos de la educación básica, se formularon los planes y programas de estudio con base en competencias y se hizo la articulación entre los tres ciclos de la educación básica, preescolar, primaria y secundaria, se establecieron estándares de desempeño y se echaron a andar programas como el de escuelas de calidad respondiendo a las recomendaciones internacionales de darle mayor autonomía de gestión a las escuelas. Igualmente se emprendió la Reforma Integral de la Educación Media Superior, asignándole un papel específico a este nivel educativo de acuerdo a las necesidades de la etapa que viven  sus jóvenes estudiantes, definiendo un modelo que permitiera un núcleo básico de formación común a todo bachillerato permitiendo cierta movilidad horizontal de los alumnos  y se propuso un sistema de promoción y certificación de la calidad educativa  al que libremente se podían adscribir los planteles para mejorar instalaciones, perfil de los directores mejoramiento de los procesos, rendimiento de cuentas, etc.

También se puede mencionar que se dieron pasos para la incorporación de la tecnología informática en las escuelas; para la enseñanza del inglés; para el establecimiento de escuelas de tiempo completo; se iniciaron colecciones de libros para su uso en el aula y el fomento de la lectura; se consolidó la aplicación anual de la prueba ENLACE; se inició el ingreso al servicio docente mediante la evaluación de los aspirantes; se dio un gran impulso a la participación social en la educación delimitando mejor su propósito y papel a realizar; y . Y en fin un largo etcétera. Lo cual habla de una obra intensa, pero que igualmente no ha demostrado sus frutos. ¿Fallas en el planteamiento o en su implementación? ¿Falta de tiempo? ¿Falta de preparación de los maestros y directores? Lo cierto es que los males de la educación no son de un sexenio o de dos, tienen mucho más tiempo de irse configurando y acumulando. Por ello se tiene que afirmar que para dar solución  a nuestra dramática situación educativa, no es con una reforma legal únicamente, no es negando lo anteriormente hecho, no es con discursos, con lo que se arreglarán las cosas. Es imprescindible un trabajo extraordinario, de liderazgo en el ramo, de convertir a la educación en una política pública de estado de la más alta  prioridad, que se mantenga alejada de las diferencias y luchas políticas.

Se requiere que los profesores tengan su lugar como profesionales de la educación, con formación de alto nivel, con capacidad para tomar decisiones y diseñar soluciones apropiadas a su escuela, a sus alumnos. Pero dentro de un modelo educativo destinado a la formación de personas con valores humanos éticos y con competencias para la vida, el trabajo, la convivencia y la participación social.

Lo que hoy se ve, sin embargo, en medio de la reforma educativa, que no se inició con las reformas legales de este sexenio, sino antes, es que se ve trabajar mucho a los maestros de educación básica. Están verdaderamente atareados, preparándose, haciendo planeación y proyectos, integrando equipos de trabajo escolares, su consejo técnico, juntas, etc. ¿Pero realmente esta abundancia de tareas no está incrementando un formulismo sin un verdadero impacto en los resultados del aprendizaje de sus alumnos? Y una queja generalizada de los profesores es que hay tantos programas que atender, que la Secretaría de Salud, que Derechos Humanos, que Seguridad Pública, que el concurso, que el programa de lectura federal y el estatal, etc., etc. De manera que los maestros tienen que realizar múltiples proyectos, unos bien planeados con anticipación y otros que parecen ocurrencias improvisadas de las distintas dependencias de gobierno, y de la misma SEP federal o estatal que no los dejan  trabajar normalmente y les quitan mucho tiempo. Y hay exigencias incongruentes, con programas que promueven el constructivismo, el aprendizaje dinámico, y por otra parte la persistencia de demandas que pertenecen a una visión memorística y enciclopédica de la educación.

Hay mucho por hacer y hay que hacerlo con sentido de urgencia, pero con seriedad, con profundidad y profesionalismo, pero hay que acercarse a la realidad que viven en el día a día los maestros y sus alumnos, no solamente plantear reformas desde el campo teórico que luego no se van a ver realizadas porque no tomaron en cuenta a esa realidad y no convencen ni mueven a los que están encargados de llevarlas a cabo finalmente: los maestros. Necesitamos una cruzada por la educación, cruzada que tenga a múltiples líderes en cada estado y en cada escuela, líderes formados y preparados, que con un espíritu y convicción semejante al que animó al maestro Vasconcelos, den la entrada a la educación a una nueva etapa en el siglo XXI.

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