¿Qué hace el católico para terminar con el aborto?

Hace unos días viendo la reacción de regocijo de innumerables católicos sobre la victoria del partido abortista en México, me ha surgido la pregunta, ¿por qué el aborto no termina nunca?

Podríamos decir que debido a las leyes que a últimas décadas los gobiernos han aprobado en diferentes países. Pero esto va más allá, se trata de lo que sucede en la vida cotidiana, particularmente con los católicos que han visto el aborto como un acto necesario, justificado, han disociado perfectamente su vida de la fe católica. Simplemente creo que después de lo ocurrido en las recientes elecciones en México en la que millones de católicos votaron por el partido radical y abortista, merece nuestra especial atención el tema.

La falla principal, me atrevo a decir es la falta de instrucción religiosa y formación de la conciencia moral por parte de los padres en el seno del hogar, hasta los catequistas y sacerdotes en el púlpito, por supuesto incluyendo la omisión en ser autodidactas. La deficiente evangelización ha producido todo, menos católicos. Hacia donde se voltee, son cada vez más frecuentes situaciones penosas entre las que podemos ver las siguientes:

-Católicos participativos en las actividades parroquiales pero que simpatizan con el comunismo, el indigenismo, con la ideología de género, defensores de la práctica homosexual y del aborto en ciertos casos o en todos.

-Católicos que imparten una catequesis a adolescentes que sería propia para un infante, catequesis dulce como el caramelo pero desprovista de todo conocimiento sobre la doctrina católica, cuando la ideología de género es sumamente agresiva desde las edades más tempranas en los colegios.

-Católicos que asisten a Misa y comulgan porque “les nació”, porque “hoy se sienten estupendos”, porque sí y ¿por qué no? si Dios les ama, y lo dicen con tal seguridad y tan pagados de sí mismos que evidentemente no se dan cuenta de lo grave de sus afirmaciones. Olvidan que debemos amar a Dios como es debido y no como a nuestro endeble juicio le parece, olvidan que debemos recibir la Sagrada Comunión en estado de Gracia y que evidentemente si apoyamos el aborto estamos imposibilitados para comulgar.

-Padres de familia que descuidaron toda educación religiosa en los hijos, razón por la que en menos de una generación la fe católica se perdió, el resultado: adolescentes y jóvenes “católicos” que apoyan en sus escuelas los temas más contrarios al bien común y la moral.

-Sacerdotes que ya no enseñan la doctrina católica, que no hablan jamás sobre el aborto, sobre el valor de la vida humana, la santidad del matrimonio o sobre las cuatro postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria, es decir lo que nos espera después de nuestro andar por este mundo. Homilías disociadas de toda identidad católica. El ministerio sacerdotal se ha convertido para algunos en un simple trabajo administrativo.

La mezcla de infinidad de casos como los anteriores da como resultado el católico liberal, capaz de votar por las causas más deleznables contrarias a la enseñanza de Dios y de nuestra Madre Iglesia. El católico ha dejado de percibir el combate, en el que de por medio está la salvación de las almas. Es la razón por la que la evangelización y la instrucción religiosa juegan el papel más fundamental.

Recordemos que los participantes en el aborto no solo son la madre que aborta o el personal médico, no,… también lo son aquellos abuelos que pagaron por el aborto de su nieto, el amigo o familiar que aconsejo el aborto, el padre que abandonó a su suerte a la madre o la coacciono para abortar, aquel que pudiendo dar un buen consejo o apoyo que habría cambiado la situación, prefirió quedarse callado “porque el aborto es asunto de cada quién”, hasta aquel que voto libremente por partidos abortistas so pretexto de la justicia social o cualquier otra razón. Por ello es que el aborto no ha visto su final todavía.

¿Hay solución para revertir la penosa situación? Sí, aunque se requerirá de mucho tiempo:

Volver a la fe católica, la conversión a Dios. La reevangelización firme y constante desde la familia hasta los púlpitos. La formación de la conciencia moral, la instrucción religiosa. La práctica de los sacramentos, especialmente de la Confesión (previo examen de conciencia) y la Sagrada Comunión. Acuda a las librerías católicas y adquiera el Catecismo de la Iglesia Católica, encíclicas papales como “Humanae Vitae” del Papa Paulo VI, una biblia católica. Contribuya firmemente a su formación y sea luz para otros. Somos responsables por nosotros mismos, por el prójimo y por el mundo de manera directa o indirecta. No se trata de salvarnos nosotros mismos sino salvarnos en conjunto.

El día que el católico se resuelva abandonar la inmundicia y defienda el derecho la vida según Dios y la Santa Madre Iglesia, ese día habrá de darse la mayor de las batallas en que por fin el aborto vera su final. Sendas cuentas habremos de dar a Dios por la vida de nuestros hijos, por la vida de todos aquellos bebés abortados… ¿Y qué le vamos a responder?: -“Acaso soy yo el guardián de mi hermano…”

Espero que no…

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