El último de mis cuadros: magia pura

Reseña escrita por: Paulina White

Universitaria

Escrita por José Luis Canales, empieza la obra con un pintor, llamado Mediterráneo, que vive en Oaxaca con su pareja, Marina. A pesar de que viven aislados de todo el mundo, no les es suficiente para mantenerse unidos. Mediterráneo, envuelto en sus obras y en su pasado, es incapaz de entender lo infeliz que es Marina, quien ha estado a su lado esperando que la tome en cuenta como lo hacía al principio de su relación. Toda la obra sucede en un mismo escenario, con una mesa y un dibujo en el fondo que representa la playa, pero se siente el escenario con vida, con personalidad propia y con historia. Historia que conocemos a través de los diálogos entre los actores, quienes nos muestran sus sentimientos de alegría, tristeza y enojo tan fácil como si en realidad lo estuvieran sintiendo.

¿Se puede leer a una persona a través de su mirada? Según Mediterráneo sí, pero no logra leer la de Marina. Conclusión: leemos lo que queremos leer.

En el segundo acto, llega Bibiana, mujer que nos hace pensar es una ex novia suya, pero resulta ser su hermana. La manera en la que le hace al público saber eso es sutil, casi imperceptible.  Es cuando llega ella que conocemos el pasado tormentoso de nuestro pintor. Confiesa que llevaba años tratando de escapar de su pasado, sólo para darse cuenta de que era imposible. Dentro de todo el drama de la obra, se cuelan enseñanzas de la vida dirigidas al público, o a cualquiera que escuche. Para poder ser feliz, se tiene que estar en paz consigo mismo. Los personajes de la obra se tardaron en describirlo, pero en realidad los actores lograron transmitir los conocimientos y la importancia de ellos. Una obra no es nada sin sus actores, y en El último de mis cuadros se necesitaban actores que pudieran realmente transmitirle al público sus emociones, y lo consiguieron. Al verla, uno se siente parte de la obra: feliz cuando los actores se ríen, enojados cuando gritan y pelean y, al final tristes, cuando se conoce el pasado de los personajes. Al final de la obra se siente una especie de paz, de tranquilidad, al ver cómo los problemas tienen solución, y cómo primero se tiene que cuidar uno mismo antes de poder cuidar a alguien más. Felicidades a los actores, Dado Canales, Elba Jiménez y Lisette Cuevas, al director Toño Muñiz y, en especial, a José Luis Canales, pues sin sus ideas no habría obra que halagar.

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