Shia LeBouf: La conversión en medio del abismo

“Antes que nada, debes humillarte ante Dios más bien que hundirte en el desánimo, si Él te reserva los sufrimientos de su Hijo y te quiere hacer experimentar tu propia debilidad; debes dirigirle la oración de la resignación y de la esperanza…” San Pío de Pietrelcina

Shia LeBouf nació en Los Ángeles, California en 1986, hijo de madre judía Shayna Saide y de Jeffrey Craig, veterano de guerra de Vietnam, criado en el judaísmo. En su adolescencia fue conocido por su participación en el programa Even Stevens. Después de unos años protagonizó películas como Transformers, la secuela Transformers: la venganza de los caídos y Disturbia. El actor californiano ha tenido una vida personal caótica con arrestos por fumar en lugares prohibidos, comportamiento problemático, demanda por agresión sexual y períodos en rehabilitación para tratar su adicción al alcohol. Su comportamiento problemático le cerró las puertas a proyectos grandes en la industria de Hollywood.

Hace unos días el actor californiano dio una entrevista al Obispo Robert Barron para su programa Word on Fire Catholic Ministries. La entrevista fue difundida en los principales medios de la unión americana. En ella el actor toco diversos temas como su relación con las armas, el sufrimiento padecido, el ego, su conversión al catolicismo, la Santa Misa Tridentina, su relación con el Rosario, la Eucaristía; la reconciliación con su madre y su nueva película en la que interpreta a San Pío de Pietrelcina, la cual será estrenada en el Festival Internacional de Cine de Venecia a realizarse en septiembre. El protagónico lo obtuvo después de que el actor William Dafoe lo sugiriera al director Abel Ferrara quien lo contactó para ofrecerle el papel. El actor manifestó que considero dicha propuesta como un milagro.

Para su interpretación debió vivir en un monasterio de capuchinos. Shia dirá más tarde: “Ya estaba ahí y no tenía a dónde ir. Sentía que esta era la última parada del tren. No había lugar adonde ir en todos los sentidos. Ahora sé que Dios estaba usando mi ego para atraerme hacia Él y para alejarme de los deseos mundanos. Los dos hechos estaban sucediendo simultáneamente. Pero no habría tenido ningún impulso para subirme a mi auto, conducir hasta el monasterio si no hubiera pensado ‘Oh voy a salvar mi carrera’”. Como era de esperarse, su conversión ha inundo los medios de información católicos, sorprendiendo a propios y extraños, no es para menos, una vida sumamente caótica y con heridas profundas encuentra a Dios en el abismo.

Pero el Señor obra milagros en los sitios más inesperados. La conversión supone un cambio en el corazón del hombre arrepentido, una conversión que al ser autentica tiende a manifestarse en varias áreas de nuestra vida pues todo aquello que llevamos en el interior tiende a manifestarse exteriormente. Uno de los frailes capuchinos refiere que Shia asiste a la Santa Misa los domingos y reza habitualmente el Santo Rosario. No hay más que sentir beneplácito por su conversión, esperando en Dios que persevere, sin olvidar que cada conversión como el tiempo que dure el proceso es distinto en cada persona. Recordemos lo que decía San Pío de Pietrelcina:

“Un solo acto de amor a Dios en tiempos de aridez vale más que cien en momentos de ternura y consuelo”.

Deja una respuesta