En un descuido, al manejar su auto Ben Thomas provoca un accidente automovilístico en el que muere su novia y la familia que iba en otro auto. Ese suceso ha atormentado a Thomas por mucho tiempo; cayendo en una severa depresión, piensa en redimirse y decide que sacrificara su vida para ayudar a siete personas, las mismas siete pérdidas que ocasiono. Su ayuda va desde lo económico hasta lo médico.
Dona un lóbulo pulmonar a su hermano; parte de su hígado a una trabajadora social; un riñón a un entrenador de hockey; su médula ósea a un joven; su casa a una joven madre de dos niños que es maltratada por su novio; sus corneas a un vendedor ciego y su corazón a una mujer con severos problemas cardíacos. No solo eso, ha designado a su mejor amigo para que éste se asegure de que los últimos deseos de Ben Sean cumplidos después al fallecer.
La película fue aclamada casi unánimemente; mucha gente quedo profundamente conmovida; no los culpo, el mensaje transmitido es poderoso: un hombre que comete un error pero que busca redención ayudando a los demás, sacrificando su propia vida. Para una sociedad especialmente egoísta y en continuo estado de pleonexia, es natural que una historia así les impacte. ¿Cuántos no quisieran importarle de ese modo a otros? ¿Cuántos no desearían que alguien los ayude en su punto de mayor crisis? Alguien que los ame lo suficiente para dar la vida por ellos.
Así que, ¿Qué podría estar mal es una historia así? Veamos, Ben se sacrifica a sí mismo no por amor sino porque no puede con la culpa que le embarga al haber ocasionado la muerte de siete personas inocentes. Ha decidido ayudar no a cualquiera, sino a aquellos que lo merezcan y se asegura de ello por medio del consejo de la trabajadora social y poniendo él mismo a prueba a la gente para ver si eran dignos. A los ojos del mundo él actúa de forma justa, ¡Vamos! ¿Para qué ayudar a un miserable ladrón? ¿Para qué ayudar a alguien iracundo, pudiendo ayudar a una persona noble?
La justicia de Ben (como la de todo ser humano) es imperfecta: elegimos querer a unos cuantos que sean de nuestro agrado cuando el mandato es amar al prójimo en general; amarles como Dios nos ha amado y no de acuerdo a nuestro limitado juicio. Buscar la oportunidad de corregir nuestros errores no significa nulificarnos mediante el suicidio, por más que la industria cinematográfica nos lo exponga de ese modo.
Debemos entender que el suicidio nunca es sinónimo de amor, antes bien es señal de que la persona que piensa hacerlo necesita ayuda profesional y afecto desinteresado para superar su crisis y salir adelante. ¿Quién que ame verdaderamente a sus semejantes quiere verlos suicidándose? Nadie. No importa si hemos cometido infinidad de errores, toda vida importa y Dios nos da cada día la posibilidad de empezar de nuevo. No podemos amar a otros despreciando y acabando con nuestra propia vida.
La película hace apología del suicidio como muestra de “amor” al prójimo; promueve veladamente la donación de órganos obtenida de una forma moralmente inadmisible como el suicidio, del mismo modo en que es inadmisible obtenerla por tráfico de órganos o mediante la eutanasia. Como es ya costumbre, no podían faltar las relaciones sexuales sin compromiso como otra muestra de “amor puro”. Lo salvable es la actuación de Rosario Dawson, una lástima que se haya empleado en una historia que miente al espectador mediante la tragedia y el drama, mezclando actos loables con actos moralmente inadmisibles.
A menudo suele creerse que dar la vida por otros significa dar la vida material, es decir, morir forzosamente; nada más errado. Al esperar el momento adecuado para llevar a cabo un acto bueno y heroico, es posible que se nos escapen pequeñas oportunidades diarias de hacer el bien. ¿Qué significa entonces dar la vida por los demás? La respuesta la he obtenido recientemente en una conversación sobre la amistad santa:
“Conocer las heridas de otros me permite ayudarles con todo lo que soy. Dar mi vida por ti significa orar por ti para ayudarte a llegar al Cielo”.
Sin duda, “Siete almas” está muy lejos de reflejar ese sacrificio por el prójimo…
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