Simplemente Bella…

“Conocer tus heridas me permite ayudarte con todo lo que yo soy. Dar mi vida por ti significa orar por ti para ayudarte a llegar al Cielo”. (Anónimo)

José es cocinero en el restaurante de su hermano Manny. De cuando en cuando le asaltan los recuerdos de un suceso doloroso de su vida. Una mañana, su hermano despide a una de las empleadas llamada Nina debido a faltas recurrentes; José la sigue y ella le confiesa que está embarazada. En un gesto de empatía y percibiendo que necesita desahogarse, se ofrece a escucharla además de invitarla a la playa. En el trayecto Nina le dice que el padre de su hijo la ha dejado sola y ninguno de los dos quiere que éste nazca, así que piensa abortar. José la escucha atentamente y le plantea opciones de vida, a lo que ella contesta agriamente.

Al llegar a casa de sus padres, le muestra a Nina su antiguo auto y le confía aquel suceso doloroso que cambio su prometedora vida de futbolista para siempre: el haber atropellado a una pequeña niña quitándole la vida, motivo por el cual fue condenado a prisión por cuatro años. Todo cambiaría a partir de entonces pues viviría con el dolor de haber cegado una vida. Por su parte, conviviendo aquella tarde con su familia, Nina se da cuenta de lo importante que es tener un respaldo ante las dificultades de la vida, algo de lo que ella careció desde su infancia. Al hablar de sus heridas, ambos encuentran un bálsamo y el camino para restaurarlas mientras una nueva vida llega a este mundo.

Ganadora del Premio del Público en la XXXI edición del Festival Internacional de Cine de Toronto considerado el máximo galardón. Alejandro Monteverde y Eduardo Verástegui lograron una película simplemente excepcional y maravillosa que contiene un profundo mensaje provida. El eje principal sin duda es la defensa de la vida en el vientre materno, una verdadera osadía en una industria cinematográfica que se ha empeñado en destruir  la familia y la vida del no nato. Muestra que es posible realizar una película con valores, respetando la dignidad del ser humano.

Es menester señalar lo sencillo que habría sido para José el haber recurrido al suicidio, tal como hizo Ben Thomas en “Siete almas” creyendo “redimirse” cuando dicho acto es realmente una confesión de impotencia para soportar los dolores, amarguras y yerros de la vida; se afirma con ello que no existe la misericordia, ni el perdón y por ende la salvación. ¿Puede ahora ver la diferencia abismal? José no regala una casa, ni dona sus corneas o su corazón; no manipula a un amigo para participar en su suicidio; no, José enfrenta una condena y sigue adelante tratando de vivir con el dolor de sus heridas.

Cuando la oportunidad se presenta, escucha a Nina, le ofrece su hombro y ello tiene un impacto tan profundo que no lo solo evita que ella aborte, sino que le hace ver que siempre hay esperanza y todavía puede cambiar de vida; es decir, salva ambas vidas y la suya propia. Cuán sencillo hubiera sido aconsejar apoyar a Nina para que abortase. He aquí el poderoso mensaje de Bella: desde la concepción hasta la muerte natural, hombres o mujeres, gente virtuosa o no; toda vida importa.

Poco advertimos  lo reparador que puede ser una simple conversación en la que nuestros semejantes hallen un bálsamo a sus heridas, consuelo y esperanza  para seguir adelante. Cuan sencillo puede ser aconsejar a alguien matar a su propio hijo, so pretexto de “ayudar”. En ese orden, se ha preguntado alguna vez respecto a las conversaciones que ha sostenido a lo largo de su vida: ¿Cuántas fueron edificantes? ¿Cuántas ayudaron sinceramente? ¿Cuántas salvaron a otros del abismo en el que se encontraban? ¿Cuántas lograron una conversión? … ¿Cuántas salvaron una vida?

Trabajamos cada día –querámoslo o no- para destruir todo a nuestro paso o bien para restaurarlo todo en Cristo. Porque ciertamente no se trata de salvarnos a nosotros mismos, sino en conjunto; no se trata únicamente de salvar vidas, sino de cambiar vidas; no solo se trata de salvar la vida material, sino ante todo salvar el alma para Dios…

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