Superemos el malinchismo

Nuestro bello país, México, con siglos y siglos de historia, por donde han pasado distintas culturas que se han maravillado con sus riquezas naturales y su belleza.

México, país al que se conquistó y se sublevó, al que unos cuantos lo derrotaron en tan solo cien días. Un puñado de hombres que por traer mejor tecnología por puritita suerte, lograron vencer a un ejército de Aztecas. “Indios” fueron bautizados, ellos que vivían como sedentarios que tenían su sistema de gobierno, que tenían una organización.

Ellos, que se mezclaron con los españoles, que dieron sus vidas por ellos (Tlaxcaltecas), que traicionaron a su propia sangre (La Malinche). Hoy, siglo veintiuno sigue habiendo es “malinchismo”, los habitantes de nuestro país seguimos despreciando a nuestra propia raza. Un insulto: ¡indio!, una realidad: Son los únicos que no se meten con nadie. Más bien los utilizan como pretexto para ir en contra del sistema, para explotarlos y para aprovecharse de sus tierras (Tarahumaras).

Carlos Fuentes escribió la novela “La región más transparente” en donde nos presenta un México dividido en dos, siendo que hoy en día es una triste y decepcionante realidad. “Tu que gritas los pescados y las legumbres, tu que arrastras los pies en el cabaret…tú que corres lejos a cruzar el río granizado de plomo y a arrancar las naranjas vecinas, tú, tú tameme, que no supiste ni cuándo, que sientes a los hijos salir chupados y negros, que buscas qué comer, que duermes en los portales, que viajas de mosca en los camiones, que no sabes hablar del dolor, tú que nada más te aguantas, tú que esperas en cuclillas, tú que ya sientes las ganas, tú que te quedaste sólo en una barriada donde hay que defenderse, tú que no tienes zapatos, que te llenas de fritangas y aguardiente, tú que te fuiste y llegaste y te volviste a ir sin que nadie pronunciara la palabra de bienvenida o de adiós”.

Éstos son los pobres, los abandonados, la mayoría de nuestro México. Son los que son recluidos, los que son despreciados. “Ustedes que fueron los contados, los elegidos del reino de la tuna, ustedes que viajan y van y vienen y poseen un nombre y un destino claro… que construyen carreteras y altos hornos y sociedades económicas y consorcios industriales y comparten su consejo de administración con míster aquiteinvierto… y ustedes que van del jockey al versalles al amba al folclore al club de yates al penthouse de don lameculo… y ustedes que ancho es el mundo y ustedes con bidet y lociones y ustedes que tienen su nombre, su nombre”.

Éstos otros son los ricos, los que discriminan a los pobres, los que insultan a aquellos que no les complacen diciéndoles “indios”. Yo me pregunto ¿por qué somos así? Los pobres indios lo único que quieren es estar en paz, tranquilos en sus tierras, trabajarlas y trabajar para vivir, no vivir para trabajar. Sin embargo, desgraciadamente en nuestro país como en la mayoría de los de Latinoamérica, los gobiernos han decidido forzar a estas comunidades a transformarse en citadinos. Les quieren cambiar sus costumbres, cuando ellos en realidad no están de acuerdo.

Simplemente quieren tener salud y servicios para poder sobrevivir, pero no nos quieren imitar. Son buenos y no nos damos cuenta. Muchos los utilizan como estandartes para excusar sus proyectos millonarios, pero los últimos en ser beneficiados son los pobres indios. Ser indio no es algo por lo cual hay que avergonzarse, son un grupo de personas que tienen costumbres distintas a las nuestras, no queriendo decir que éstas estén mal ni bien ni que nosotros estemos en lo correcto.

Simplemente somos distintos y compartimos un mismo territorio. En nosotros está educar a nuestros hijos a no discriminar a las personas por su color, ni por su posición social.

Seamos un ejemplo a seguir y no insultemos a nuestro prójimo con una palabra malinchista, porque los indios, les aseguro no harían cochinadas e irregularidades, esos, esos que las cometen son los nacos.

 

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