“El amor entre padres e hijos en España es uno de los grandes poemas de la Cristiandad; como una joya desconcertante, tiene cien facetas hermosas, y sobre todo esta faceta hermosa sobre todas: que es un puñetazo en el ojo a ese viejo pedante malpensado de Freud» (Gilbert Keith Chesterton)
En recientes días la Ministra de Educación en España, Isabel Celaá ha dicho: “Los hijos no pertenecen a los padres”. Lo anterior viene a colación después de una medida presentada por el partido Vox llamada “PIN parental”, la cual busca que se solicite a los padres autorización para que sus hijos asistan a actividades, especialmente en temas de sexualidad, modelos de familia e ideología de género en los centros educativos. Desde luego esta medida ha sido calificada de “censura educativa” y la “vulneración absoluta del derecho a la educación de niños y niñas”.
Los progres arguyen el derecho que tienen los niños de recibir una educación. Pero yerran en un punto fundamental: dicha medida del “PIN parental” no vulnera tal derecho, se trata de un intento de proteger a los niños del adoctrinamiento en la cuestión sexual e ideología de género. A quien dude de ello, habrá que recordarle que en abril de 2019 la Comunidad de Madrid aprobó el Decreto 32/2019 que establece un marco regulador de convivencia en los colegios que introduce la obligatoriedad de la ideología de género y LGBT; establece incluso una especie de “comisarios políticos” a quienes no cumplan con ello.
Llama la atención la hipocresía con que la ministra de educación y la ministra de igualdad hablan sobre el derecho de los niños. Y para ello se han ido sobre los padres y su derecho fundamental a educarlos; pero si no pertenecen a los padres ¿a quién pertenecen los hijos? La respuesta tácita es: pertenecen al Estado. ¿Recuerda haber escuchado algo similar? ¡Exacto! El Manifiesto Comunista habla sobre la abolición de la familia, la cual junto a la propiedad privada, desaparecerían al desaparecer el capital; en esa transformación, los hijos serían liberados del “yugo” de los padres.
España es solo uno de los varios ejemplos que podemos ver sobre la intromisión del Estado en la destrucción de la familia: desde la Organización de Pioneros de Lenin en la Unión Soviética, el maoísmo en la China comunista, la imposición de la ideología de género en Canadá y EEUU, hasta los Kibutz de Israel donde la vida familiar fue suplantada por una vida comunal y cuyo modelo ha resucitado en los últimos años. Capitalismo y comunismo trabajan por la destrucción de la familia mediante el aborto, la eutanasia, la homosexualización de la sociedad, el homomonio, la imposición de la ideología de género, el libertinaje sexual, el ateísmo-laicismo, entre otros.
Lenin decía: “Sin las mujeres es imposible arrastrar las masas en política”. Bebeb exhortaba a promover en la mujer el sentido de la revolución comunista afirmando: “En la lucha social de nuestros días, vencerá el contendiente por quien luche la mujer”. Por ello la corrupción de la mujer puede arrastrar no solo a los hijos, al esposo, a su familia; es capaz de arrastrar a una nación al declive moral. Los políticos en España lo saben, por tanto, no es casualidad ver en primera fila a mujeres luchando por causas deleznables.
¿Estarían dispuestos a entregar a sus hijos al Estado? ¿No? Excelente respuesta. Ahora trabajen arduamente para formar a sus hijos en los verdaderos valores, involúcrese en aquello que le enseñan en el colegio; de lo contrario, le serán arrebatados frente a sus ojos, sin apenas esfuerzo. Ayer y hoy el Estado ha encontrado un enemigo natural al envilecimiento de la sociedad: la familia, siendo los padres el primer obstáculo a sus pretensiones. Procure ser un muro infranqueable y no un infeliz puente por el cual corrompan a sus hijos…
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