Tengo un gran disgusto ¿Qué hago?

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¿Le dan disgustos los hijos, el cónyuge, la familia, la sociedad?
¿Consciente o inconscientemente, disgusta Vd. a otros?
¿Se disgusta Vd. por sus propios pensamientos, palabras u obras?
¿Le duran mucho tiempo los disgustos?
¿Qué es disgustarse?

Disgustarse es enfadarse con alguien o con algo, propio o ajeno.

¿Qué causan los disgustos?

Suelen causar incomodidades, diferencias, fastidios, contrariedades, disputas, penas, pesadumbres, desazones, angustias, etc.

¿De dónde vienen los disgustos?

Algunos provienen de nosotros mismos, porque no hemos hecho las cosas debidamente o como hubiéramos querido hacerlas. Otros son originados por terceras personas y también existen los que suceden debido a situaciones ajenas o acontecimientos incontrolables, como pueden ser los del clima, las enfermedades y las guerras, que se escapan de las manos de todos o de la mayoría. Lo normal en la vida, es que todos tengamos disgustos por alguna cosa.

¿Cómo clasificar los disgustos?

Se pueden clasificar según sea su tamaño e intensidad, en grandes, medianos, pequeños, graves, leves, continuos o esporádicos, depende muchas veces de cómo los calibremos, en función de nuestras propias interpretaciones personales.

¿Cómo catalogar los disgustos?

Duran y pesan tanto como nosotros tengamos la capacidad de analizarlos, catalogarlos y darles la importancia que verdaderamente se merecen, pues tienen diferentes dimensiones y grados, produciendo consecuencias muy desiguales, entre los que lo producen y los que lo perciben, con independencia de la intención con la que se han producido.

¿Qué originan los disgustos?

Se originan por cosas, que nadie las hizo con propósito de disgustarnos. Otras, intentan disgustarnos o contrariarnos adrede y si lo consiguen o no, es nuestra decisión. A las personas bien entrenadas mentalmente, es muy difícil que los disgustos les hagan mella.

¿Qué producen los disgustos?

Hay que saber impedir que las emociones producidas por los disgustos, cambien nuestras actitudes y nos impidan llevar el modelo de vida que tenemos que llevar. Mucho menos alegar que el disgusto nos impida mentalmente asumir las responsabilidades inherentes a nuestra condición. La responsabilidad que asumimos frente a los disgustos, es nuestra propia determinación.

¿Se pueden controlar los disgustos?

Si los disgustos recibidos no los controlamos, podrán lograr influirnos negativa y seriamente y los haremos trascender a nuestro entorno familiar, amistoso, laboral y social, los cuales no tienen la culpa, de no haber podido o sabido controlar, los disgustos que hemos recibido.

¿Se nota cuáles son las personas disgustadas?

A las personas disgustadas, normalmente se les ve desde lejos y dejan una estela de mal humor y actos antisociales. Es muy importante dominar nuestros disgustos, para que no sean reflejados en las relaciones con otros y mucho menos, si son ajenas a ellos. Padres disgustados, hacen hijos amargados.

¿Qué producen los disgustos?

Los disgustos pueden enfadar, irritar, incomodar, contrariar, apenar, entristecer, alterar, decepcionar, etc. Por eso al examinar la conciencia cada noche, debemos analizar si la situación anímica en la que nos encontramos, proviene de algún disgusto recibido. Es entonces cuando tenemos nuevamente la oportunidad de repasar los motivos de los disgustos recibidos, su importancia, dimensión, las consecuencias que influyen en nuestra persona y las soluciones que podemos y debemos aplicar.

¿Son las mentiras como los disgustos?

Las mentiras también pueden tener distintas transcendencias, entre el concepto de lo que siente el que las dice, y la interpretación del que las oye o siente. Una pequeña mentira dicha sin mala fe, otra persona puede hacer un mundo de ella y enfadarse muchísimo.

¿Se pueden aliviar los disgustos?

Todos podemos aliviar las penas y sufrimientos que producen los disgustos: Escuchando, pensando por otros, amando, acogiendo el disgusto como propio, levantando el ánimo, influyendo entusiasmo, haciendo sonreír, ofreciendo soluciones y alentando las buenas ideas, de los que lleguen a nosotros, hundidos por el peso de los disgustos que les agobian. Quizás no podamos hacerlo con los grandes disgustos, pero si con los pequeños. Tenemos que intentar que, donde haya un problema, encontrar una solución, además de saber enjugar las lágrimas y aliviar los sufrimientos.

¿Se deben analizar los disgustos?

Tenemos que con escepticismo y frialdad, analizar muy bien el concepto de lo que nos ha disgustado y todas sus circunstancias, para evitar que nos produzcan pesimismo. También tenemos que madurar, pensar y analizar todo su entorno, porque puede haber una oportunidad detrás de cada disgusto, la cual podría llevar a un beneficio, euforia o alegría.

¿Influyen los disgustos en la salud mental?

Aunque los disgustos sean pequeños o sin importancia, pueden influir muy negativamente en la salud mental o física de las personas que los reciben. Todo es cuestión si se los “toman a pecho” o dejan que “les resbalen”. Dándoles vueltas y vueltas, sólo se consigue crear un círculo vicioso, del que muchas veces es casi imposible salir.

¿Se puede desarrollar la educación del disgusto?

Aunque nadie enseñe a lidiar con los disgustos, es imprescindible aprender a desarrollar una verdadera educación del disgusto, para evitar que desperdiciemos nuestro tiempo, intentando asimilar las consecuencias negativas de los disgustos innecesarios y autodestructivos.

Tenemos que educar y formar a nuestras mentes, para saber enfrentarse a los disgustos y dominarlos, de forma que no se conviertan en un veneno, para el desarrollo normal de nuestra vida. Al contrario, sabiéndolos valorar y dominar en su justa medida, podremos aprender a aprovecharnos de su conocimiento, a conocer lo que verdaderamente somos y a no sucumbir a los problemas, que nos puede originar por nuestra falta de formación.

¿Se puede convivir con los disgustos?

Hay que aprender a convivir con los disgustos y a sobrellevarlos con dignidad, educación y amor al prójimo. La mejor respuesta es, perdonando a los que nos han dado los disgustos, aunque la razón y el sentimiento, nos diga lo contrario. A pesar de las insolencias, faltas de consideración o injusticias provenientes de otros y aun sabiendo las consecuencias, es difícil aceptar que un disgusto no nos afecte negativamente, ni ejerza un poder sobre nosotros, que nos quite nuestras energías y socave nuestros principios, si no es perdonado.

¿Cómo lidiar con los disgustos?

Aunque es inevitable que los disgustos nos lleguen, no debemos malgastar el tiempo, esforzándonos en trasladar a otros nuestros disgustos. ¿Cómo recibir los disgustos sin que nos amarguen el carácter? ¿Cómo acogerlos sin malgastar el tiempo maquinando venganzas inútiles? ¿Cómo educar a los hijos, sobre los disgustos innecesarios y autodestructivos que dan, y sobre los que reciben?

¿Cómo perdonar los disgustos recibidos?

Sin embargo el disgusto puede ser tan profundo, que el dolor producido dificulte la capacidad personal de perdonar, y produce una acumulación de resentimiento. Es entonces el momento de recordar que el perdón, en su esencia más profunda, es divino, por lo que se hace necesario acudir a la religión, para poderlo conceder. La educación del disgusto, consiste en aprender a perdonar. Hay que perdonar a los que nos han disgustado, como quisiéramos que nos perdonaran, a los que hemos disgustado.

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