Universidad de Chile: la tesis que defiende la pedofilia, el crimen contra menores

“Cuando la libertad es ejercida sin reparar en exceso alguno y con desprecio de la verdad y de la justicia, es una libertad pervertida que degenera en abierta licencia”. SS León XIII

En diciembre pasado se dio a conocer la noticia de que la Universidad de Chile, en su Facultad de Filosofía y Humanidades, poseía una tesis sobre pedofilia, la cual hace apología del abuso infantil; dicho trabajo data del año 2016, titulada “Pedofilia e infantes: pliegues y repliegues del deseo” de la autoría de Leandro Arce, como culminación de su grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura en América Latina. La universidad, que en principio se posicionó en defensa, después «repudió categóricamente todo contenido que vulnere los derechos de los niños». Leandro fue guiado y apoyado en su tesis por Olga Grou Duhart, filosofa que a su vez tiene diplomado en el Programa para niños de Montclair State College. La situación por sí misma es aberrante. Sin embargo, no debemos olvidar lo que la pedofilia significa:

“Comprende un trastorno sexual caracterizado por la atracción física de los adultos hacia niños y/o preadolescentes, lo que implica la búsqueda de satisfacción a través de la manifestación de conductas inapropiadas que pueden implicar acciones como tocarse, ver fotos o videos de pequeños, acoso velado con palabras o contactos físicos incómodos y, en los casos más graves, abuso del menor. Todas estas prácticas son categorizadas como delito” (Definición ABC)

No ha faltado el «intelectual» que, reconociendo lo deleznable del trabajo, también haga alusión al hecho de que el principio de investigación debería ser total en la universidad, ello como una extensión de la «libertad de expresión», no obstante, es entendido como la libertad para decir y escribir lo que sea, sin censura alguna. Pero debe diferenciarse lo que significa un trabajo de investigación que señale la verdad del crimen de la pedofilia y sus consecuencias en la sociedad a un trabajo que justifique ese crimen deleznable presentando al pedófilo y al infante como la “pareja perfecta”, algo totalmente nauseabundo. La diferencia es abismal, por tanto, no podemos simplemente decir que las personas deben poder escribir sobre lo que deseen sin límites, porque evidentemente el límite es la moral, el bien superior del menor y el bien común.

La homosexualidad y la pedofilia están relacionadas en la pendiente resbaladiza. La promoción de la homosexualidad y la legalización de sus uniones son la punta de lanza hacia la imposición de prácticas cada vez más desordenadas e inmorales tales como: legalización de la bestialidad, el incesto, la poligamia, el poliamor y la pedofilia. Otros ya habían hecho lo mismo que Leandro a escala mayor: John Money que propulso la teoría de género y apoyaba la pedofilia al igual que Alfred Kinsey; intelectuales de izquierda justificaron la pedofilia como parte de la revolución sexual mediante una declaración firmada en 1977 publicada en Le Monde, de los cuales destacaban los aplaudidos Simone de Behaviour (quien formuló las bases de la ideología de género) y Jean Paul Sartre (escritor), ambos involucrados en asunto de corrupción de menores, quien redactó la carta fue Gabriel Matzneff cuya obra literaria hace apología de la pedofilia, siendo el mismo pedófilo.

La libertad ilimitada para expresar lo que nos plazca, sea en un libro, en los medios de comunicación o en las redes sociales, no es otra cosa que la esclavitud del pensamiento y del actuar, y una esclavitud de la más dolorosa, hablamos de la corrupción de la razón y el alma. Aquella tesis, aquellas obras literarias, los estudios y teorías, todos haciendo apología de la pedofilia JAMÁS deberían ver la luz, JAMÁS deberían ocupar un espacio en los medios de comunicación, JAMÁS deberían tener cabida en los colegios o universidades del mundo, JAMÁS debería ocurrir tan horrendo crimen a un menor de edad. Tenga presente siempre que la libertad debe ser siempre para lo que es bello, bueno y verdadero, lo que es virtuoso y moral, todo lo demás ha de ser restringido en bien de la sociedad.

Cuando estemos tentados a defender la libertad de expresión ilimitada, piense que abogamos para que el cerdo publique una tesis, un comunicado, un libro o un “estudio” haciendo apología de la pedofilia, lo mismo que una persona de publicar un libro sobre virtud, admitiendo con ello, que ambas valen lo mismo y tienen igual derecho de propagarse en la sociedad. Con ello usted simplemente estaría exigiendo que sus hijos (y los hijos de los demás) coman lo mismo de un plato con comida nutritiva, que de un plato lleno de excremento.

Pero supongo que aún tenemos sentido común, ¿no es así?

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