Vacaciones con sentido

¿Tienen las vacaciones mayor sentido que el de alejarnos de nuestras obligaciones cotidianas? ¿Podrán adquirir un significado mayor que el simple hecho que descansar?

 

En primer lugar habrá que diferenciar dos conceptos que, si bien están íntimamente relacionados, tiene significados completamente opuestos. ¿Qué es lo que podemos hacer en vacaciones? Ordinariamente contamos con dos opciones: el descanso o el ocio. Descansar, por un lado gira en torno a una connotación de reposo. Refleja pasividad y está enfocada a la recuperación de las fuerzas, tanto físicas como mentales. Al otro extremo tenemos el ocio. Aquí habrá que hacer un paréntesis para desmentir lo que popularmente se cree, ya que se piensa al afirmar que alguien está de «ocioso» es una persona que no está haciendo nada productivo, sino todo lo contrario. Sin embargo, durante la época griega, una persona ociosa era aquella que, al no tener mayores obligaciones, podía dedicar su tiempo a la reflexión, al cultivo de las artes, como por ejemplo la literatura, la música, entre otras. Por ello, el ocio se vuelca hacia la actividad, está dirigida al aumento de las fuerzas físicas, mentales o espirituales. Ejemplos de ocio actuales es hacer ejercicio, leer un libro, escribir un cuento, cocinar nuevas recetas, llevar a cabo acción social, entre muchas, ¡muchas más!

 

A diferencia del tiempo ordinario en que estamos inmersos en nuestras obligaciones laborales o educativas, el tiempo de vacaciones es una invitación no sólo a descansar, sino a invertirlo en nosotros, en estar de ociosos (entendiéndolo en su concepto original) para crecimiento en diversos ámbitos. Colmar de sentido y trascendencia el periodo vacacional.

 

Este es un tiempo de encuentro con nosotros y con los demás. Un tiempo que puede ser volcado a fraguar la unión familiar. ¡Un tiempo que es importante ser aprovechado!

 

La logoterapia nos ha enseñado que existen tres tipos de valores para colmar de sentido nuestra existencia: valores creativos, valores experenciales y valores actitudinales. En las vacaciones tampoco podemos separar dichos valores y habrá que enfocarlos para colmar nuestra existencia de sentido. Por ejemplo, podemos invertir este tiempo vacacional en momentos en que nuestra creatividad surja, ya sea pintando, escribiendo, creando música u obras manuales, inventando nuevas recetas de cocina, etcétera. También podemos disfrutar de los paisajes, aun de los cotidianos; vivir experiencias al lado de nuestros seres queridos; que toda experiencia en estas vacaciones esté colmada de una razón, de significado. Y, claro, la actitud, sobre todo, ser agradecido por todo aquello que la vida nos ofrece, acrecentar en el amor, velar y apoyar a los que los necesitan en actividades sociales, consolar y compartir con los que sufren. Todas ellas y más, son las oportunidades que las vacaciones nos ofrecen.

 

Lo más importante en esta época es no desperdiciarla. Aquel quien conoce su misión, invertirá este tiempo no sólo para el descanso necesario que nuestro mismo ser nos solicita, sino será capaz de seguir trascendiendo, no olvidándose que las necesidades del mundo no toman vacaciones.

 

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