¿Votar por el "menos peor"?

Este mes se ealizó el primer debate entre los candidatos a la presidencia de México. Pocas respuestas y muchas preguntas. Aún restan varios días de campaña, de posicionamientos, de ataques y respuestas, de mentiras y verdades, de ¿propuestas? Sin embargo, lo realmente relevante no es quién ganó, si es que hubo un ganador, sino los beneficios que deja a la población y el impacto que tendrá este debate en la intención del voto de los ciudadanos.

Después del debate, seguirá el pos debate sobre la percepción de los candidatos. Que si el rojo al fin se defendió, que si el amarillo se mostró combativo, que si la azul regresó – o se hundió más -, que si el verde se mostró propositivo y fresco. Como lo dice la misma palabra, percepciones al fin y al cabo. Pero, ¿y la percepción general?, es decir, la percepción que nos dejan los cuatro candidatos a la presidencia del país.

Una de esas visiones, sin lugar a dudas, gira en torno a que nuestra política es una verdadera jungla, dominada por redes de corrupción, ansias de poder y dinero. Por ello, una vez que terminó el debate, no tardé en escuchar la postura de “bueno, pues habrá que votar por el menos peor”.

¿¡El menos peor!? ¡No! Me niego a votar por el menos peor. Esta es una postura que me parece patética y mediocre. Votar por el menos peor implica que todos son malos, o que al menos, lo que percibimos de ellos es que es lo peor. ¿Acaso no tienen nada positivo? Bueno, pero si lo veo de manera general, me parece que , al final, termina siendo la misma visión que tenemos sobre lo que sucede en nuestro país. ¿De verdad no hay nada bueno que estén haciendo los gobiernos? ¿De verdad nada?

¡Patético! Patético es que cada campaña política se basen en lo que está mal y lleguen las promesas de cambio. ¿Y luego se quejan de que todo está mal? ¡Ca$%&@! Si lo único que ven, en su sacrosanta percepción selectiva, es lo negativo.

No quiero ni me voy a poner al lado de algún partido, al final, como decimos la mayoría, prácticamente todos tienen algo negativo, ¿pero somos tan incapaces de ver lo positivo?

Insisto, yo no voy a votar por “el menos peor”, yo votaré por el mejor, por el que considere que en verdad llevará al país a una mejor situación, porque entonces estaré abierto a ver con ojos positivos sus aciertos, y sus desaciertos, estaré atento para exigir. Pero si voy por el “menos peor” me “preparo” para esperar sus estupideces presidenciables, ¡porque seguro las va a cometer!, y si hace algo bueno, diré, “ya ven, no estaba tan peorsito”.

“El menos peor” es una mentalidad mediocre, basada en el desamparo, en un desamparo en el que, es cierto, la historia nos “enseñó” a permanecer. Al final – ¡vamos!, para qué negar lo innegable – el paternalismo y la imposición – nos enseñó a que no importara nuestra decisión, y entonces nos quedábamos, sí, con el “menos peor”.

¡Pero hoy no! ¡Chi… huahua! Hoy tenemos la oportunidad de en verdad elegir, no al “menos peor”, sino al mejor, al que en verdad creer que va a llevar al país a mejorar, sea verde, amarillo, rojo o azul.

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