Recientemente el colectivo “Las Tesis”, llevo a cabo un performance llamado “Un violador en tu camino” en Valparaíso, Chile. Muy pronto ha sido reproducido en varias ciudades, incluyendo Ciudad de México. Quiénes lo redactaron, indican que la letra del himno encontró su inspiración en textos de Rita Segato, antropóloga y feminista radical Argentina.
Las reacciones en el mundo han sido variadas. Una en particular ha llamado mi atención, un hombre que no se ha sentido aludido dijo: “Al que le quede el saco que se lo ponga”. Estimados varones, les tengo noticias: el mensaje contenido en dicho himno feminista está dirigido a todos ustedes; no al violador, no al violento, no al delincuente. Y es así porque no busca “concientizar” al violador, al malo; no, lo que buscan es la deconstrucción de la masculinidad, el patriarcado “opresor”; la virilidad. Buscan reformar la visión de la masculinidad en los diferentes aspectos: político, sexual, económico, intelectual, moral y religioso.
El discurso que nos venden es que si acaban con la masculinidad tal como la conocemos, las mujeres por fin estarán seguras. Craso error. El día que eso suceda, no habrá hombres pacíficos, lo único que habrá serán hombres afeminados, diezmados en su virilidad y por supuesto, seguirá habiendo violadores. ¿Por qué? Porque la violencia no es una característica de los varones, sino sólo de aquellos hombres y mujeres que no saben respetar a nadie, ni a sí mismos. El día que la mujer logre su tan ansiada “libertad”, no habrá mujeres seguras y libres; habrá mujeres incapaces de defender su dignidad, que odien la vida, la familia y la maternidad; mujeres cada día más masculinizadas, desde el pensamiento hasta la apariencia.
Por otro lado, no es que los hombres se burlen de las feministas. Cualquier persona con sentido común sabe que hay un absurdo en la letra y en quien lo dice: mujeres (algunas semidesnudas), que pintarrajean sus cuerpos, que usan pasamontañas, que vandalizan inmuebles, que exigen matar al hijo en sus entrañas, que creen que es su derecho comportarse como les venga en gana y luego exigir el mismo respeto que ellas no dan a los demás, ni siquiera a otras mujeres. Asegurar que todos los hombres son iguales sólo conviene a aquellas, mujeres que buscan justificar sus propios yerros, resentimientos, abusos y excesos. Toda mujer con sentido común e inteligente sabe diferenciar a un hombre de un violador y jamás caerá en la trampa de generalizar, menos se prestará a apoyar campañas absurdas.
Como es de esperarse, el circo de “El violador eres tú” es uno de los tantos frentes –el mediático- que forma parte del ataque cuyo objetivo es la deconstrucción del hombre y la mujer. Nos encontramos en una reingeniería social: el adoctrinamiento desde la más tierna infancia en la “diversidad de géneros” en el que se puede ser lo que sea, menos un hombre y mujer que se unan en matrimonio y que formen familias en las que se tenga claro la diferencia de sexos; futuros hombres y mujeres virtuosos que amen la vida.
Estimado lector, no caiga en las falacias de la ideología de género, debe estar lúcido y saber discernir el acontecer diario. Recuerde que el ácido fólico, como el respeto y la inteligencia, son esenciales en todo ser humano. No se dan por arte de magia; el primero debe tomarse, el segundo dárselo a sí mismos y a otros; el último, desarrollarlo con buenos libros, buenas amistades y buscando la Verdad en todo. Deseo que libre usted la mejor de las batallas, por el bien de su familia; de otro modo, la culpa ahora si será suya. Ya lo vaticinaba Gilbert Keith Chesterton:
«Llegará el día en que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde»
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