¿CÓMO EXPLICAR EL LIDERAZGO ESPIRITUAL DEL PAPA FRANCISCO?

Soy asesor de una conocida empresa editorial y, en estos días, estamos preparando un libro sobre el Papa Francisco con motivo de su inminente visita a nuestro país. Mientras releía el contenido del texto, analizaba varias opciones para la portada y observaba algunas fotografías suyas, con su rostro sonriente y amable; con un semblante que irradia una gran paz y alegría, de modo espontáneo, me preguntaba: ¿cuáles son las claves del liderazgo espiritual del Papa Francisco?

Porque es innegable que ha surgido -desde aquella inolvidable noche de su elección para ser el sucesor del Papa Emérito Benedicto XVI- como un líder global. Muchas amistades y familiares me comentan que tiene “un carisma especial” tanto en sus gestos, como en sus frases (algunas de ellas tan originales); en sus actitudes y determinaciones que, podríamos afirmar, que vamos “de sorpresa en sorpresa”.

Me llamó la atención el comentario de un columnista de prensa que, aunque se confesaba ateo, reconocía que sentía una enorme admiración por este Santo Padre y la explicación que da es “porque estamos ante líder mundial ‘hipersensible’ “, es decir, que sabe diagnosticar las problemáticas medulares de nuestra época, “pone el dedo en la llaga”, pero no sólo se queda ahí, sino que lanza sugerencias e iniciativas creativas y concretas para atajar aquel mal que todos detectamos y que ningún otro líder se ocupa de abordarlo, o no sabe -a ciencia cierta- cómo solucionarlo.

Una de las frases en que más nos ha insistido, no sólo a los católicos sino a toda la humanidad, es que “hay que salir de nuestra esfera de confort y bienestar personal para ir en búsqueda de los que viven en extrema pobreza” para poder ayudarles y solucionar la grave situación socioeconómica, humana y moral que les aqueja. Y la respuesta, ante ese llamado, ha sido asombrosa: son miles las personas en los cinco continentes -particularmente en el sector empresarial y juvenil- que se acercan a los Pastores de la Iglesia y les preguntan: “-¿Y yo y mis amigos universitarios, o mis colegas de trabajo, en dónde y cómo podríamos auxiliar a los más necesitados?”

Nos encontramos ante un Romano Pontífice que sabe ilusionar y animar a las multitudes. Todos recordamos aquella proclama suya, durante la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, en la que exclamaba, con particular gracia y entusiasmo: “¡Jóvenes, armen ‘lío’ !“, en el que empleaba un “argentinismo” con la palabra “lío”, que se traduciría en: muévanse, organícense, planeen y trabajen con dinamismo en beneficio del prójimo.

El Papa Francisco, también, es un innovador porque plantea temas con audacia y valentía: a los sacerdotes y religiosos les anima a salir de sus respectivas iglesias para ir en busca de los que más los necesitan (enfermos, ancianos, niños abandonados, esclavizados por una adicción, personas desorientadas en la vida, etc.) y compenetrarse de sus carencias; sufrir con los que sufren; acompañar y consolar a los que están pasando por una dolorosa situación. De manera, que haya “Pastores con olor a oveja”-dice con frase expresiva y sugerente.

Del mismo modo, es congruente entre lo que piensa y personalmente vive. Por ejemplo, en este Año Jubilar de la Misericordia ha recomendado vivamente que todos -sin excepción- realicemos muchas obras de ayuda material y espiritual en los demás. Con frecuencia, en la ciudad de Roma, el propio Papa invita a los pordioseros a sitios dignos donde se puedan asear. Luego les regala ropa y les ofrece una nutritiva y apetitosa comida. Hace pocos días, les consiguió unos boletos gratis para que fueran al circo y que tuvieran un rato de diversión y entretenimiento. ¡Eso es “ponerse en los zapatos de los demás”! ¡Eso es “hilar fino” y considerar que esas pobres personas jamás han tenido la oportunidad ni el suficiente dinero como para ir al cine, al teatro, al circo, a un concierto musical…y que pasen un rato de alegría y sano esparcimiento!

Tiene una frase -entre las muchas que dice con un hondo contenido-, que me parece sumamente elocuente: “El ejemplo no es una manera de educar. Es la única”. Y sigue al pie de la letra aquellas palabras que Jesucristo pronunció y están recogidas en los Evangelios: “No he venido a ser servido, sino a servir”. Esta “mística del servicio” está causando una “revolución espiritual” en miles de personas en todo el mundo, que al constatar el continuo y perseverante ejemplo del Sucesor de San Pedro, han comenzado también a tener una preocupación proactiva en bien de sus semejantes y en aspectos bien concretos.

Sabe crear, además, una particular empatía con las personalidades que se entrevista y las audiencias con las que se reúne. Lo pudimos observar en su reciente visita a Cuba y a Estados Unidos. En sus alocuciones y mensajes pronunció frases tan sugerentes, luminosas y conciliadoras que tanto ateos, agnósticos, personas de otras religiones y con posiciones políticas diversas, en forma unánime, lo ovacionaron. Actualmente, los políticos y funcionarios públicos de ambos países, lo citan -en sus discursos y propuestas- como punto de referencia.

En resumen, estamos ante un Papa visionario, que detecta los problemas y diagnostica soluciones. Es innovador y, en sus mensajes, utiliza un lenguaje sugestivo y alentador, de tal modo, que anima y moviliza a la acción concreta y estimula a no permanecer pasivos e indiferentes ante las dolencias y carencias de nuestra sociedad. Es valiente y audaz para abordar temas delicados y de palpitante actualidad e invita al análisis, al estudio profundo y a la sincera búsqueda de respuestas, en vez de “cerrar los ojos” ante lacerantes realidades, sin discriminar ni excluir a nadie, porque todos tenemos la enorme dignidad de ser hijos de Dios.

Es congruente porque predica con su propio ejemplo -con una naturalidad, simpatía y sencillez- que arrastra a las multitudes a imitarle. Y es empático porque “sabe crear puentes” de diálogo, de común acuerdo y de conciliación entre las partes divididas.

Se dice que “cada Papa es un regalo de Dios” y, sin duda, el Papa Francisco está ejerciendo su Ministerio Petrino en forma admirable y sorprendente ante las acuciantes necesidades de nuestro tiempo. Ahí radica su liderazgo espiritual como Pastor Universal.

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