Papa Francisco: La convivialidad, el termómetro para medir la salud de las relaciones familiares

Fuente: VIS

La convivialidad, el termómetro para medir la salud de las relaciones familiares.

Ciudad del Vaticano, 11 noviembre 2015 (VIS).-Puntual como cada miércoles, el Santo Padre ha acudido esta mañana a la Plaza de San Pedro para pronunciar su catequesis ante las decenas de miles de peregrinos que participaban en la audiencia general. Antes de comenzar, ha invitado a los presentes a rezar un Ave María por los cardenales, obispos, consagrados y laicos que estos días se encuentran reunidos en Florencia celebrando el Cogreso Nacional de la iglesia italiana.

Prosiguiendo su reflexión sobre la familia, el Papa habló esta vez de una cualidad característica la convivialidad. La actitud de compartir los bienes de la vida y el estar contentos de hacerlo. »¡Es una virtud preciosa! -ha dicho-. Su símbolo, su icono, es la familia reunida en la mesa doméstica. Compartir una comida, y además los afectos, las historias, los acontecimientos, es una experiencia fundamental. Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos alrededor de la mesa. En algunas culturas, se acostumbra incluso a hacerlo en los funerales, para estar cerca de los que sufren por la pérdida de un miembro de la familia».

»La convivialidad -ha continuado- es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones: si en la familia hay algún problema o alguna herida oculta, en la mesa se hace obvio. Una familia que no come casi nunca junta, o que no habla, sino que ve la televisión, o mira el teléfono, es una familia »poco familia». El cristianismo tiene una vocación especial para la convivialidad, todos lo saben. El Señor Jesús enseñaba de buena gana en la mesa, y representaba a su vez el reino de Dios como un convite de fiesta. Jesús eligió la mesa incluso para entregar a sus discípulos su testamento espiritual, condensado en el gesto memorial de su Sacrificio».

Francisco ha explicado cómo la familia lleva a la Eucaristía su propia experiencia de convivialidad, y la abre a la gracia de una convivialidad universal, del amor de Dios por el mundo. »Participando a la Eucaristía -ha añadido- la familia se purifica de la tentación de cerrarse en si misma, fortificándose en el amor y la fidelidad, y amplía los límites de su propia fraternidad según el corazón de Cristo. En nuestro tiempo, marcado por numerosos cierres y por demasiados muros, la convivialidad generada por la familia y expandida en la Eucaristía, se convierte en una oportunidad crucial. La Eucaristía y las familias que se nutren de ella pueden superar cierres y construir puentes de acogida y caridad».

»Hoy en día, muchos contextos sociales obstaculizan la convivialidad familiar. Tenemos que encontrar una manera de recuperarla, adaptándola a los nuevos tiempos. La convivialidad parece que se ha convertido en algo que se compra y se vende, pero así es otra cosa. Y el comer no es siempre símbolo de un justo compartir bienes capaz de llegar a quien no tiene ni pan ni afecto. En los países ricos -ha destacado- se nos incita a gastar en una nutrición excesiva y luego, a remediar el exceso. Y este comportamiento insensato desvía nuestra atención del verdadero hambre, del cuerpo y del alma».

»La alianza viva y vital de las familias cristianas, sostiene y abraza en el dinamismo de su hospitalidad las dificultades y alegrías cotidianas, coopera con la gracia de la Eucaristía, que es capaz de crear comunión siempre nueva con su fuerza que incluye y salva. La familia cristiana -ha finalizado el Pontífice- mostrará exactamente así la amplitud de su horizonte real, que es el horizonte de la Iglesia Madre de todos los hombres y de todos los abandonados y excluidos de todos los pueblos».

Deja una respuesta