Algunos problemas que afectan a la libertad religiosa

El 21 de octubre último se celebró en la sede de la OEA, en Washington DC, un seminario titulado “Celebrando el Día Internacional de la Libertad Religiosa. Diálogo sobre la libertad de religión en el marco de la OEA”, a fin de analizar la situación de este derecho dentro del contexto del Sistema Interamericano de derechos humanos. En el evento participaron varios profesores de diversos países (entre los cuales se encontraba quien escribe), a fin de debatir sobre este tema desde múltiples perspectivas.

            La libertad religiosa constituye uno de los derechos más importantes del ser humano y para algunos, es el mayor de todos. Esto, pues apunta a las convicciones más profundas de la persona, tanto si dichas convicciones son religiosas como si no lo son. Y no es para menos, pues de estas convicciones derivan la propia identidad, el proyecto de vida, el libre desarrollo de la personalidad y de manera más general, el actuar de las personas. Por eso, al radicar en el santuario más sagrado del ser humano, su conciencia, estas convicciones deben ser auténticas, es decir, ser aceptadas libre, sincera y voluntariamente, no de manera forzada, razón por la cual también pueden cambiarse, llegado el caso.

            Ahora bien, en las últimas décadas, nuestras sociedades han sufrido un acelerado proceso de pluralismo, al coexistir en su interior cada vez concepciones más heterogéneas sobre el ser humano y el mundo, situación que se ha acelerado gracias a las crecientes migraciones. Es por eso que el sistema democrático y los auténticos derechos humanos están llamados a permitir la convivencia de todas estas convicciones en paz y de forma civilizada.

            Lo anterior hace que la libertad religiosa deba ser especialmente tutelada, al estar muy vinculada a la libertad de expresión, que vendría a ser un vehículo para que la primera se exprese, aunque también abarque otras realidades. Ambos derechos, que se relacionan y refuerzan entre sí, son fundamentales para asegurar, al interior de las sociedades, la existencia de diferentes concepciones del mundo, todo lo cual está en la base del debate democrático. Por ello, estos derechos son, en realidad, una piedra angular de este sistema político.

            Sin embargo, tanto la libertad religiosa como la de expresión han sido objeto de acalorados debates en los últimos años, siendo limitadas en no pocos casos, fundamentalmente en razón de considerar por sus detractores que las convicciones que se profesan desde el ámbito religioso, sobre todo de las religiones cristianas, atentan contra diversos derechos de distintos colectivos, al considerar dichas convicciones discriminatorias, intolerantes, o que incluso incitan discursos de odio en su contra.

            Lo anterior puede convertirse (y en parte se está convirtiendo) en un obstáculo para la libre circulación de las ideas dentro de nuestras sociedades, pese a su creciente pluralismo. Ello, pues sin perjuicio de las responsabilidades posteriores que puedan surgir debido a un mal uso de la libertad religiosa o de expresión, no puede pretenderse limitarlas por la molestia o fastidio que sus convicciones generen en quienes piensan o sienten distinto. El real debate dentro de un sistema democrático siempre pasará a llevar convicciones y susceptibilidades de otros, pues en caso de que quisiera impedirse esto último, este debate se haría imposible y con él, también el mismo sistema democrático.

 

Max Silva Abbott

Doctor en Derecho

Profesor de Filosofía del Derecho

Universidad San Sebastián

Deja una respuesta