México D.F., Agosto, 2012.- Cuando la pérdida prenatal tiene lugar, las expectativas de los padres son violentadas de manera abrupta. La frase “perdió al bebé” cobra sentido en toda su dimensión: ¿Por qué se fue? ¿A dónde? ¿Por qué no sobrevivió? En ocasiones ni siquiera se alcanza a nombrarlo.
El duelo posterior puede tener un efecto negativo considerable sobre la relación de pareja, incluso pueden llegar a tener un rompimiento. “Es una huella profunda que marca la vida del hombre y de la mujer que la sufre y la comparte; implica en estos padres una herida de la que generalmente no hablan, ni atienden de manera adecuada y oportuna; lo que puede generar serias afectaciones físicas y psicológicas en su salud física y emocional” comenta Maricarmen Aguilar, tanatóloga y vicepresidenta del Instituto para la Rehabilitación de la Mujer y la Familia (ayuda@irma.org.mx).
Desgraciadamente, las pérdidas prenatales son un evento muy frecuente, como nos explica la especialista: “1 de cada 4 embarazos no llegan a término. Estas pérdidas causan una gran desilusión y desesperanza al interior de la relación de pareja, pues se empiezan a generar sentimientos de culpa que llevan a la mujer y al hombre a cuestionarse no sólo sobre la propia salud, sino sobre lo que pasa más allá: ¿Será él/ella? ¿Algo en su familia? ¿En la mía? ¿Es algo que no hice, qué deje de hacer? La pareja comienza a buscar las causas, pero también los culpables”.
La búsqueda del culpable es una etapa natural posterior a la pérdida. Es un ciclo en la que no se reconoce que se está pasando por un duelo. Es en este momento que la pareja necesita mucha comprensión y mucha comunicación al interior de su relación, pues los dos experimentan un dolor intenso, pero lo viven de manera distinta: “esperamos que la pareja reaccione del mismo modo en el que yo lo hago, y cuando vemos que no es así, pensamos que al otro no le importa o no le duele tanto como a nosotros”, nos explica la tanatóloga y abunda “la mujer espera ser consolada y el hombre espera que se le reconozca en su papel de padre, no sólo como el proveedor o el protector de la relación. Entonces, la pareja necesita verse no como hombre o mujer, sino como dos seres humanos que han perdido un hijo, situación que les provoca un dolor intenso. Tienen que escucharse y entender que están viviendo la misma situación, pero desde una perspectiva distinta y que no por eso duele menos”.
La mayoría de las personas podrían pensar que el hecho de que el bebé muera al nacer o no llegue a término produce menos dolor porque no hubo el tiempo “suficiente” de construir vínculos de unión derivados de la convivencia con sus padres. Esto de ningún modo es así, los lazos afectivos se gestan con el embarazo en la madre y el padre; de ahí que sea importante que la vivencia de la pérdida la compartan de igual manera: juntos, acompañándose en el duelo en el entendido de que pueden expresarle al otro lo que están sintiendo sin temor a dañarlo o a herirlo de algún modo. “Con el apoyo de la pareja es más sencillo salir adelante de un evento tan traumático como este. Lo recomendable es que se informen, se atiendan y se escuchen: no pierdan más de lo que han perdido” puntualiza la Dra. Aguilar.
Fuente: www.1tad.net
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.