Unas elecciones para pensar: CHILE

Las últimas elecciones han significado una fuerte derrota para la derecha chilena, sea lo que fuere que se entienda por este término. Sin embargo, una mirada excesivamente catastrofista puede estar equivocada, por varias razones.

          En primer lugar, llama profundamente la atención que con todo el despliegue realizado por la oposición, que buscaba barrer con los parlamentarios del actual gobierno, no haya obtenido tantos escaños como pretendía. Si bien ha logrado mayoría absoluta en ambas cámaras (lo que le permitiría, junto a otros sectores de oposición, modificar incluso leyes orgánicas constitucionales), no alcanzó el cuórum necesario para reformar la Constitución, su gran anhelo.

          En segundo lugar, Bachelet tampoco logró ganar en primera vuelta, como estaban seguros de lograr. Y si bien su triunfo es casi un hecho luego de la segunda vuelta, es otro aviso que indica que su propuesta no es compartida por tanta gente. Además, Matthei obtuvo bastante más de lo esperado de acuerdo a las encuestas, si bien constituye una fuerte baja en relación a otros candidatos presidenciales de su sector.

          En tercer lugar  –y esto es verdaderamente preocupante–, llama la atención la altísima abstención, al punto que en realidad, votó apenas la mitad del universo electoral. Esto significa que Bachelet posee sólo un cuarto del apoyo del país, lo que debe ser tenido muy en cuenta, pues ese porcentaje no le da la legitimidad para modificarlo todo, como pretende.

          Que no vote la mitad de los electores puede deberse a que están hastiados del sistema y no confían en él o, por el contrario, que están optando por el continuismo. Me parece más probable esto último, pues quien de verdad no aguanta más el actual orden de cosas, preferirá votar por quien promete que sea algunos de los cambios a los cuales aspira, en vez de no hacer nada y mantener el statu quo. Y es precisamente a este sector al que busca llegar Matthei.

          Finalmente (y es a mi juicio lo más delicado), los anhelos y expectativas que ha despertado la oposición, y que le han permitido triunfar, pueden ser al mismo tiempo su ruina. Ello, porque su electorado le pedirá cuentas más tarde o más temprano.

          El problema, sin embargo, es que como alguien ha dicho ya, muchos chilenos quieren tenerlo todo gratis, ahora y sin esfuerzo, lo que claramente es imposible. Dicho de otra manera: pareciera que la oposición estimara que las cosas van a seguir funcionando (sobre todo en lo económico) como hasta ahora casi sin variaciones, pese a los notables cambios que quiere introducir en las reglas del juego (incluida una nueva Constitución), sin darse cuenta que este populismo irresponsable puede muy bien terminar matando la “gallina de los huevos de oro”, como se dice.

En efecto, sin una economía fuerte, ¿de dónde se obtendrán los enormes recursos necesarios para cumplir tantas promesas?

Max Silva Abbott

Doctor en Derecho

Profesor de Filosofía del Derecho

Universidad San Sebastián

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