El arte griego es rico, poderoso y está tan presente, que abarcarlo en unas cuantas líneas, resulta imposible. Sin embargo, tratando siempre de interesar y acercar al conocimiento de su historia, y de cómo nos ha influenciado, sin a veces darnos cuenta, daré una brevísima semblanza de la extraordinaria herencia que nos dejó y que sin duda ha contribuido a lo que actualmente somos.
De todas las manifestaciones que en esos momentos había en la península e islas griegas, la más importante, sin duda fue la de Atenas en Ática. Ahí fue donde se dio la más sorprendente revolución cultural en la historia del mundo occidental.
Sus comienzos están en un principio marcados por el arte egipcio. Imitaron su forma de representar escenas de guerra, caza etc., en pintura y escultura; pero eso no era suficiente, ellos empezaron a realmente mirar, a servirse de sus ojos, a no pintar lo que conocían, sino lo que veían. Esto que ahora nos parece obvio, fue un profundo cambio, que transformó radicalmente la forma de ver y pensar. El gran despertar a la libertad.
Ese hasta entonces desconocido movimiento, el descubrimiento de las formas naturales, el escorzo y todo lo que esto significa, ha sido uno de los momentos verdaderamente sublimes, en la historia del arte.
¿Qué es el escorzo? Lograr volumen y profundidad en una superficie plana. Hoy nos puede parecer fácil, pero cambió de raíz la forma de concebir y representar al ser humano. Se atrevieron a pintar un pie de frente. Fue un giro fuerte y dramático, pues no se había hecho nunca.
La ciencia, la filosofía, el teatro, la arquitectura, pintura y escultura llegaron a una perfección y apogeo, hasta entonces no alcanzado por ningún otro país. Esta gloriosa nación que había instaurado la democracia, construye alrededor de 500 años a. C., en la roca sagrada de Atenas, la famosa Acrópolis, templos de un esplendor y nobleza, que no han sido igualados hasta nuestros días.
Estos monumentos fueron destruidos por los persas y en la época de Pericles se empezó su reconstrucción, aproximadamente 480 a.C. El escultor y arquitecto al que le encomendaron este trabajo fue Fidias, considerado el más grande escultor de todos los tiempos.
El atreverse a observar y descubrir realmente como eran, fue de una trascendencia extraordinaria. Los escultores representaban a Dioses y héroes en posturas y formas impensables. Les dieron vida, una tan real y maravillosa que aún hoy, cuando vemos sus creaciones, nos quedamos extasiados y sabemos que eso, no se ha vuelto a repetir.
No tenemos tantas referencias de cómo era su pintura, ya que básicamente lo que conocemos son las decoraciones de sus cerámicas. Estas nos recuerdan el arte egipcio, ya que los ojos siguen siendo frontales, pero los cuerpos y extremidades tienen formas más reales.
Este movimiento cambió de forma radical la historia, no sólo del arte, sino la nuestra. Todas estas acciones, nos han dejado una huella indeleble. El equilibrio y belleza de sus construcciones, la profundidad y sabiduría de su filosofía. Las famosas tragedias representadas en magníficos anfiteatros, que es una de las formas de ahondar e investigar las pasiones y ataduras de los hombres, llega a una maestría tal, que ha sido y sigue siendo referencia obligada, inspiración y análisis para escritores y actores de todas las épocas.
De este pasado tan vivo, quedan obras que podemos admirar en diferentes museos del mundo, y cuando hemos tenido la oportunidad de ver alguna de ellas, nos quedamos maravillados y asombrados de lo que se logró cuando el hombre, se atrevió, a mirar, a indagar, a pensar…
“Los griegos quebraron los rígidos tabúes del arte primitivo oriental y emprendieron un viaje de descubrimiento para añadir por medio de la observación, nuevos aspectos a las imágenes y tradiciones del mundo. Pero sus obras no se asemejan nunca a espejos en los que quede reflejado cualquier rincón especial de la naturaleza. Dejaron al descubierto siempre la señal de la inteligencia que creó esas obras”
E.H.Gombrich
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