Las decisiones son parte fundamental en la vida de una persona. Constantemente los seres humanos estamos eligiendo entre dos o más que determinarán lo que haremos. Elecciones que forzosamente implican la renuncia de una de las otras opciones, lo que infiere un sacrificio. Lo que es totalmente normal y es inevitable.
En la vida es imprescindible estar tomando decisiones para continuar con nuestro transitar por la mundanidad que nos rodea, sin éstas nos paralizaríamos y no evolucionaríamos en algo tan sencillo y tan cotidiano como es simplemente alimentarse diariamente, asearse, descansar, y demás actos que nos ayudan a saber por dónde dirigirnos. Hoy en día, aparte de que vivimos una época de total relativismo, época en donde lo que cada quién piensa, opina y decide es relativo, vivimos una era en que la “tolerancia” y la “libre elección” son las condiciones que un gremio o individuo requieren para estar a la moda.
Es decir, el que tolera lo raro, lo inhumano, lo que no es parte esencial del hombre, o el que elige según lo que le vaya conviniendo, de acuerdo a lo que el menú le vaya presentando, es quien es exitoso, es quien es popular y por ende poderoso. El ser humano ha olvidado, o ha hecho a un lado los atributos tan exclusivos de la persona que son simplemente tres; inteligencia, voluntad y libertad. Atributos que nos distinguen de los animales. Somos inteligentes y libres, pero sobre todo tenemos esa voluntad que nos permite saber administrar esa única e irrepetible inteligencia que nos da autocontrol y autogobierno ante nuestros actos emancipados. Son innegables dichos atributos de la persona, son algo que no se puede decidir sobre tener o no tener, en este caso los poseemos por el simple hecho de ser personas. Somos el único ser perfecto en esencia, pero que a su vez tiene defectos, tiene pasiones, necesidades, debilidades, y que por lo mismo es perfectible, y busca siempre su mejoramiento personal. No se sacia, no se conforma, siempre quiere más. De ahí que es imprescindible buscar que entienda claramente hacia dónde debe de dirigirse para trascender de forma enaltecida y no abusar de esa libertad, mermando su voluntad, volviéndose en realidad prisionero de sus impulsos corporales, que opaquen su parte espiritual.
En nuestra ciudad capital, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal acaba de despedir el año 2009, decidiendo ser “tolerantes” al votar a favor de la permisión de “matrimonios de personas homosexuales”. ¿Qué es un homosexual? Simplemente es un individuo que disfruta teniendo relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo. ¿Y qué es un matrimonio? Bueno, pues es la unión de dos personas de sexo opuesto con la finalidad de formar una familia.
La unión matrimonial permite legitimar la filiación de los hijos procreados por sus miembros. Entonces aquí me crean conflicto las decisiones tomadas, la tolerancia mal entendida y las prácticas sexuales que no van con la funcionalidad corporal que el ser humano claramente posee. No quiero detenerme a detallar aspectos anatómicos esplícitos, pero ejemplificando de manera eufemista, me gustaría tomar como muestra al aparato digestivo.Visiblemente el estómago está hecho para almacenar la comida que uno ingiera, y de ahí distribuir los nutrientes y demás especificaciones que la mayoría conocemos gracias a la inteligencia que tenemos. Por lo que no sería prudente ni inteligente ingerir piedras, o troncos, o arena, ya que seguramente fallará este aparato digestivo que tiene bien definida su función en el cuerpo del ser humano. (Por naturaleza, no por ley positiva).
En el caso de tener esa rara necesidad de querer consumir materiales dañinos para lo que fue creado el sistema de digestión, sería necesario acudir a un gastroenterólogo para platicar dicha ansiedad y que nos guíe para saber contrarrestarla. Claramente esa necesidad es una enfermedad que tiene que ser curada.
Lo anterior me lleva a reflexionar ante los actos homosexuales, que con el ejemplo mencionado, más fácil no podría haber quedado para poder entender esta práctica que hoy en día ha rebasado hasta al mismo Derecho Positivo. Asentando en la ley ciertas decisiones, nos quieren hacer creer que lo que evidentemente sabemos es una enfermedad, lo queramos aceptar como algo normal. Como una decisión que todos tenemos derecho de tomar, y peor aún que todos tenemos que tolerar, cuando en realidad es una perversidad que no se debe de aceptar.
Detrás de esta decisión estoy segura hay mucho dinero y poder de por medio. Sabemos que al darle por su lado a las minorías, al mantener a la población creyendo que es libre de tomar las decisiones que le vienen en gana según lo que le vaya conviniendo, se desestabiliza la sociedad, y al terminar con el cimiento que es el matrimonio, la familia se tambalea, se rompe y existe un descontrol que ya estamos viendo dando frutos a nivel mundial.
En México vamos un paso atrás de los países desarrollados, pero siempre seguimos lo que no nos conviene. ¿Por qué? Será porque le acomoda a algunos cuantos y así como se decía antes “con futbol y tortillas” todos calladitos y contentos. Pues es lo que en realidad está sucediendo, se nos ha enseñado que sacrificarse no es parte de la humanidad, que todo debe de ser fácil y que lo que se te antoje, en el momento que sea, lo hagas sin importar las repercusiones que se tengan.
La homosexualidad está mal y la adopción de parejas de homosexuales de niños es terrible. No existe la estúpida excusa de que “hay muchos niños desamparados que necesitan de un hogar”. Sí los hay, pero debemos de colocar a estos chiquitos en HOGARES. Freud, entre muchos otros psicólogos nos han hablado y presentado estudios, y tratados exhaustivos de la mente del ser humano en el que cuando somos pequeños en nuestra evolución, vamos descubriendo nuestra identidad, y para ello los padres debemos de estar presentes para que en las distintas etapas, sobre todo en la de “Latencia” los niños vayan descubriendo su sexualidad. Deben de tener a la figura materna y a la paterna, representada por la madre de sexo femenino y al padre de sexo masculino, y así su desenvolvimiento biopsicosexual sea el más pleno. Si se tiene como imagen a dos personas del mismo sexo origina conflicto en la mente sana de cualquier individuo en vías de desarrollo, y esto sin olvidar los conflictos sociales que a posteriori acarrean.
Sí, es polémica mi opinión y aún así la doy, porque tengo que decir la verdad y no me la voy a callar. Y seguramente me refutarán y me darán su contra-o pinión. Válida y necesaria para que emerja la realidad, pero es un hecho que la lucha de los homosexuales por que les permitan formar “matrimonios”, por lo menos en lo que a los Estados Unidos se refiere, es más un tema fiscal que de derechos humanos.
En Nueva York por ejemplo, un matrimonio paga 28% de impuestos mientras que quienes cohabitan, llámese compañeros de cuarto, parejas homosexuales, heterosexuales, o lo que sea, que no estén casadas, pagan el 30%. ¿A qué se deberá lo anterior? No es porque se estén discriminando a las personas que no estén casadas, sino que como es bien sabido, el matrimonio es el sustento de una familia, familia que sirve de base para que la sociedad funcione. Sociedad que hoy por hoy está tambaleándose desde hace décadas.
En México habrá otras razones, pero créanme, no es por la romántica idea de proteger los derechos de los homosexuales. Es más con la idea de hacer creer que es “normal” que dos personas del mismo sexo tengan relaciones sexuales. Y así permitir las perversas ideas que vienen correlacionadas con esta primera decisión que ha tomado la ALDF. Va más allá de lo que a simple vista se nos presenta.
Mientras tanto nunca hay que olvidar que el matrimonio es una institución para la familia, de la familia heterosexual. ¡No hay más!
Nos leemos pronto para no quedarnos atrás y ver hacia delante.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.