En medio del escándalo, el Reino se hace evidente

¿Qué es el Reino? Siempre me preguntaba una vez que entré a un colegio de mujeres llamado “El Colegio del Bosque”. Venía yo de una escuela laica, alemana en donde la disciplina y las costumbres germanas se me inculcaron durante diez años.

También venía yo de una familia católica, que acudía a misa los domingos, y que en realidad los valores y las buenas costumbres siempre se me enseñaron. ¿Qué es el Reino? Preguntaba yo incansablemente a mis amigas de la escuela femenina, en especial a una de ellas que en repetidas ocasiones me decía que no podía verme entre semana, ya que “tenía que ir al Reino”. Por Dios, ¿qué es ese Reino? Me imaginaba todo, pensaba en el “reino animal”, el “reino fungi”, bueno hasta el reino del Reino Unido.

Siempre me lo cuestionaba, hasta que un buen día le pregunté directamente a esta compañera mía que qué era precisamente ese Reino al que ella se refería. Simplemente me miró con una cara que delataba un tanto de complicación para explicar con detalle en tan poco tiempo, y sin más ni menos me invitó a que la acompañara a un retiro espiritual el fin de semana.

El camión saldría temprano de la escuela y me dijo que sería en las cercanías de Toluca, en un rancho llamado “El Dorado”. Les comenté a mis padres, y me dieron el permiso de ir. El viernes llegó y con mi mochila, a mis dieciséis años, me presenté a la cita con puntualidad para irme a un retiro espiritual, con la esperanza de descubrir qué era eso que esta amiga mía llamaba Reino y que con frecuencia me quitaba su compañía.

Cuando me vio llegar una de las señoritas consagradas de mi colegio, me miró con gran sorpresa y asombro, y me comentó que yo no debía de estar ahí, pero le dije que mi amiga me había invitado y que estaba preparada, entonces con una sonrisa en sus labios me dio la bienvenida y es así como subí al autobús que me daría esa respuesta tan anhelada.

El viaje fue largo y llegamos a una hacienda muy linda, éramos muchas mujeres jóvenes, y todas menos yo, sabían qué era el Reino, sin embargo a pesar de mi ignorancia, en mi interior presentía que me acercaba a algo muy interesante. Pasamos tres días en ese lugar del Estado de México, rezamos mucho, aprendí cosas nuevas, me dí cuenta que estaba entrando a algo que no esperaba en mi vida.

Era en realidad un retiro de renovación, es decir, un retiro para personas pertenecientes al Movimiento Regnum Christi, y yo como no era miembro, pues por eso no debía de haber ido. Como lo pueden leer, sin importarme fui y me incorporé. Hice mis compromisos, me asignaron un equipo para reunirme con ellos una vez por semana y así poder decir que yo también iba al Reino. En fin, en la ceremonia de clausura del retiro, recibí un crucifijo, un manual de oraciones y mi plan de vida. ¡Qué maravilla, todo en charola de plata! Eran herramientas que me acercarían más a Dios, más a sacar lo mejor de mi misma, armas para combatir todo lo que la bondad en mi ser se pudiera tergiversar por lo mundano que nos hace ruido constantemente.

La realidad de la vida volvió una vez que terminó este retiro, y el curso normal de la monotonía, de lo cotidiano regresaron a la normalidad. A pesar de haberme incorporado al Movimiento Regnum Christi, seguía con la duda de ¿qué en realidad era ese Reino? Sabía que era un movimiento llamado Legionarios de Cristo, que había sido fundado por un mexicano de Michoacán llamado Marcial Maciel, a quien en alguna ocasión pude saludar.

Sabía que era algo parecido al Opus Dei, sabía que era de religión católica apostólica y romana, sabía que era para ayudarme a continuar por el camino correcto hacia mi trascendencia.

Pero también sabía que muchos lo criticaban, que muchos lo llamaban despectivamente “Los Millonarios de Cristo”, y con los años, fueron diciendo cosas peores. Se decía que su fundador había hecho cosas terribles, y muchos negaban, tanto que hasta yo misma no podía creer por las bondades y maravillas que se dejaban ver en todas sus escuelas, universidades, obras de beneficencia. ¿Cómo era posible que de tanta podredumbre que decían del Padre Maciel, saliera tanta benevolencia?

En mi cabeza no se podía concebir. Trabajé, me casé, tuve hijos, y los caminos siempre me acercaban a esa respuesta que aún hasta hace poco no podía responderme ¿Qué es el Reino? Y las atrocidades que se decían en contra del Movimiento iban en aumento, hasta que hoy por hoy, es un hecho que no se puede ya defender, que es imprescindible reconocer y sobre todo, saber que no me corresponde a mi juzgar ni criticar.

El fundador falló, defraudó a sus miembros, a su Iglesia. Hecho que me entristece, me estremece, me atemoriza, puesto que me revive la debilidad de la carne que nos caracteriza a los seres humanos y la constante amenaza de las pasiones. Y peor aún, me duele porque más allá de lo perversa y espantosa que es la realidad, los miembros estamos expuestos a las burlas de aquellos que disfrutan de la desventura de los que alguna vez fueron exitosos.

Es increíble ver cómo al ser humano le enfurece que a alguien le vaya bien, pero cómo le satisface que flaqueé y que se tambaleé. Amistades que promueven en las reuniones sociales encolerizar a quiénes nos saben afines al Movimiento, como sintiendo orgullo y placer al hacernos entristecer, y enojar a sus supuestos amigos. Ofendiendo, burlándose, de algo que no somos culpables, más sin embargo que cargamos por apoyar y participar en las buenas obras del Movimiento.

Hoy en día, vivimos unos momentos espantosos de turbulencia, que nos hacen afligirnos como miembros del Regnum Christi, pero que aún sabiendo todo lo que está a la vista, nos sigue moviendo ese Reino del que hablo al inicio del escrito. Puesto que a mí en lo personal, hay algo que no deja de moverme, de decirme que ese Reino me llama desde que soy adolescente. Sin que nadie me presione, sin que nadie me quiera convencer, de manera natural, y por qué no también sobrenatural, siempre me ha llegado para que vaya descubriendo la respuesta que desde hace tantos años me invade.

Finalmente, hoy puedo decir que la respuesta llegó. Por más raro que pueda sonar, gracias a las ilicitudes que cometió el fundador del Regnum Christi, he descubierto que la obra estuvo precisamente planeada de esta manera para que diéramos cuenta de que Marcial Maciel fue
simplemente un instrumento para dar vida a una creación divina. Sin embargo, para que no haya duda, él falló gravemente y su obra continúa impecable, dando frutos, vocaciones, educando a la población, fortaleciendo a la institución de la familia, haciendo obras benéficas. El Reino, es una de las obras creadas por Dios, para que los hombres nos acerquemos a El a través del Movimiento.

Lo que haya hecho el fundador, es tan triste que cualquier institución terrena ya se habría terminado, aniquilado, pulverizado. El Reino, es el Reino que Dios quiere para toda la humanidad. Está en uno saber qué caminos tomar para poder seguir al verdadero fundador.

¡Gracias Legionarios de Cristo por esta aventura!

*Alejandra Diener es autora del libro “Vestigios. Comentarios de la Vida”, es periodista, licenciada en economía, especialista del programa de radio “Edificando la Familia Mexicana” en Radio Centro y candidata a la Maestría en Ciencias de la Familia.

 

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