La vida cambia en un instante

“La verdad puede ser dulce o amarga pero no puede ser mala; la mentira puede ser dulce o amarga pero no puede ser buena”. Constancio C. Vigil

Se conocieron hace un tiempo en una de las redes sociales más importantes; después de algunas conversaciones, acordaron conocerse en persona. Un hombre atractivo y presentable, con una conversación fluida; una chica jovial y preciosa que quería darse la oportunidad de conocer otras personas y además, le recordaba a alguien del pasado. Él se deshizo en halagos, tratándola como si fuese un caballero, con diversas atenciones en cada salida. Las conversaciones y el trato pronto se volvieron íntimos, cualquiera diría que se trató de “amor a primera vista”, la entrega total, una conquista en un tiempo récord. Pareciera la típica historia de una película de Hollywood donde las cosas se dan sorpresiva e intensamente, teniendo su final feliz, muy predecible ¿no es así?

La realidad es que desde el primer momento el hombre había tratado de venderle un aparente curso de superación personal, una especie de estafa piramidal. Al mismo tiempo, ganó su confianza y ella le compartió su vida personal más íntima. Ambos conocieron un poco de su mundo en un tiempo muy corto. La razón de sus atenciones fueron porque que se trataba para él de una inversión: la venta del curso era la prioridad y en el proceso, él obtuvo mucho más que eso. Al acceder a tomarlo, ella perdió no sólo dinero, propició también la burla a su familia que había pagado una segunda etapa; se colocó a sí misma y a los suyos en vulnerabilidad total al permitirle entrar en su vida y en su hogar de la manera más fácil. Después del pago, aquella noche, él terminaba mágicamente la relación alegando falta de entendimiento, solicitando tiempo y distancia. Atando cabos aquí y allá, ella comprende que lo vivido esas semanas había sido, en gran parte, una mentira.

Lo sucedido es un recordatorio de que debemos estar vigilantes en cada momento de nuestra vida. Una sola persona es capaz de llegar y causar estragos si le abrimos de par en par nuestras puertas. No sólo significó una estafa sino la flagrante burla, el robo de tiempo e invasión a la intimidad; todo  con la ilusión de que ésta vez las cosas funcionarían con un hombre “caído del cielo” con quien rehacer su vida. Solemos pensar que únicamente los niños y adolescentes corren peligro, caso error, todos somos susceptibles de caer. ¿Se habría podido evitar? Totalmente. Pero el problema no inició –como pensaría la mayoría- al acceder a conversar en la red con un completo extraño, asistir a una primera cita o pagar el curso, no, comenzó cuando las emociones y las pasiones gobernaron las decisiones, cuando no se cierran ciclos, cuando se permite que la ira invada el corazón; el no darse la oportunidad de conocerse a sí misma y por último, el no saber decir no.

Y si somos observadores, sabremos incluso que, lo que antecede a las emociones desbordadas, son los hábitos que tenemos en la vida real y en las redes sociales: cuando decidimos hacer cierto tipo de publicaciones, en texto, memes o con fotos personales. Si todo lo anterior es público, nos exponemos al informar sobre nuestros gustos, decir cuándo, dónde y el porqué de nuestras actividades. Todo ello nos expone a patanes y delincuentes bien vestidos. Pero, ¿él es el único responsable del daño ocasionado? No, lo fueron ambos. Él, porque sabía sus intenciones deshonestas y ella, porque al ser descuidada (habiendo hecho caso omiso a quienes le aconsejaron no conocerle y después, terminarlo), decidió darle acceso total a su vida, alejándose de las personas que le querían bien, alejándose de sí misma.

Dios nos pone a cada uno frente a la vida de los demás pero también nos da libre albedrió. Lo que venga de Él será bello, bueno y verdadero, será virtuoso y ordenado. Por ejemplo, Dios no nos enviará un hombre casado para ser felices, del mismo modo en que no nos enviará pornografía o sexo casual para deleitarnos; en otras palabras, Dios no nos envía a alguien para enlodarnos. Así que, el modo de saber si alguien nos hace bien es si nos acerca a Dios, directa o indirectamente. Los que nos quieren bien, nos dirán cuando estemos errando y aconsejaran en consecuencia. Toda amistad que valga la pena querrá vernos crecer y tarde o temprano tendrá su prueba de fuego al presentarse este tipo de situaciones: el amigo real no nos adulará, ni seguirá la corriente; no, el amigo real nos saldrá al paso para corregirnos. Por ello, siempre hay que pedir por buenos amigos y saber serlo para los demás.

¿Habría un consejo especial? Sí, varios.

*Escuchar la conciencia. Ésta suele hablarnos de uno u otro modo, especialmente cuando algo no está bien.

*Conocer las debilidades Hay personas que luchan para superar el vicio de la pornografía y por tanto, no usan ciertas redes sociales. Otros se abstienen de frecuentar lugares insanos que los harían proclives a conductas de suyo, inmorales. Otros se abstendrán de aceptar una cita sabiendo que accederían a algo más. Conocer las debilidades permite fortalecer el carácter y trabajar en las virtudes.

*Limpiar nuestro entorno. Filtrar los libros que leemos, la música que escuchamos, las películas o espectáculos que vemos, los lugares que frecuentamos y las conversaciones que sostenemos Todo lo que nutre nuestros sentidos, impacta en el intelecto. Lo que publicamos en las redes nos expone continuamente, procuremos ser reservados en lo importante.

*Guardar distancia. Parece un consejo para párvulos o adolescentes, pero es un consejo para todos. El contacto inmediato y total con alguien que apenas conocemos es peligroso, especialmente en la cuestión emocional y sexual. No cualquiera puede tener acceso a nosotros, si esto sucede significa que estamos siendo descuidados, exponiéndonos innecesariamente. Sólo a escasas personas podemos confiar nuestra vida personal.

*Discernimiento. Suele pensarse que únicamente el golpeador, el violento o el borracho abusa de una mujer, craso error: un hombre joven, educado y de buena conversación puede hacer más daño que los anteriores, entrando a la vida de alguien para causar estragos. Se ha de discernir el modo y el lugar en que se conoce a las personas, especialmente las intenciones que se guardan. Diferenciar cuando la persona que tenemos enfrente es un caballero o cuando se trata de un patán; a veces la línea es muy delgada, pero algo inequívoco es que un hombre íntegro, además de los buenos modales jamás buscara aprovecharse de la situación, no buscara tener contacto sexual.

*Cultivar buenas compañías. El procurar buenas compañías nos beneficia y allana el camino a la superación personal. En la vida cotidiana los que nos rodean juegan un papel importante influenciando nuestras decisiones, por tanto, hemos de cuidar no la cantidad de personas que conocemos, sino ante todo la calidad de las mismas. El modo convencional para conocer a alguien sigue siendo el más recomendable, empero, la precaución debe primar siempre.

Especial reflexión: Si el sujeto en cuestión hubiese sido un tratante de blancas, ¿qué habría sucedido? ¿Dónde la habrían buscado sus familiares y amigos cuando ella decidió no decirle a nadie sobre esa primera cita para conocerle? Desde luego el final habría sido otro. No se trata en absoluto de encerrarse a piedra y lodo para que nadie nos haga daño, sino de ser cautos e inteligentes al entrar en contacto con alguien, sea en la vida real o en las redes sociales. Aprender a escuchar a aquellos que nos aconsejan apartarnos ante algo evidentemente malo. Hemos de tener presente que Dios en su infinita misericordia nos ofrece cada día, oportunidades para comenzar de nuevo, no las desaprovechemos, regresar a Él es la mejor forma de enderezar el camino.

El relato de esta historia ha sido hecho con la finalidad de ayudar a reflexionar a quien la vivió y evitar que le suceda a alguien más.

El Páter Jaime Balmes lo decía magistralmente: “En la lectura deben cuidarse dos cosas: escoger bien los libros y leerlos. Nunca deben leerse libros que extravíen el entendimiento o corrompan el corazón”. Bien, el mismo cuidado debe tenerse con las personas, ni más, ni menos…

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