Si quieres, puedes ser feliz

“Editorial Panorama” ha publicado un libro de mi autoría, titulado: “Si quieres, puedes ser feliz” que me parece que viene muy bien para estos tiempos de pandemia en que muchas personas se encuentras desesperadas, pesimistas, sin paz interior; en un permanente estado de desconcierto o mal humor ante esta excepcional situación que estamos viviendo en los cinco continentes.

Para conservar la salud mental es recomendable: 1) Aprovechar bien el tiempo y tener la mente ocupada en asuntos constructivos. Tengo amigos que dedican a impartir  clases o conferencias virtuales para su universidad o bachillerato, o bien, sobre humanidades o temas de empresa; 2) otros se han dado a la tarea de tomar cursos de computación o de otras áreas del saber on line, de intensificar sus conocimientos de inglés, de leer clásicos de la literatura universal,  biografías de grandes personajes de la historia; 3) algunos se han centrado en convivir mejor con su esposa e hijos –sin dejar su trabajo habitual vía virtual- y reconocen que los tenían un tanto abandonados en tiempos de actividades normales. Comentan que es una buena ocasión para poner orden material en toda su casa; 5) Desde luego, es también un tiempo para mantener o incrementar el trato con los familiares, las amistades y conocidos de la escuela o universidad que, a través de las redes sociales, se pueden volver a contactar de modo eficaz.

Ante estas circunstancias resulta fundamental el pensar en positivo porque de nada sirve angustiarse o sobredimensionar los hechos objetivos. La cuestión es mantener el buen ánimo, la serenidad, la alegría y transmitirla a nuestros seres queridos y a quienes nos rodean. El escritor Romano Guardini afirmaba que para mantener la paz, la armonía y el equilibro interior, las personas “deberían de ser aceptarse a sí mismas, aceptar a los demás como son (y no como nos gustaría que fueran) y aceptar lo que ocurre en el entorno social”. A Guardini le tocó vivir de cerca la Segunda Guerra Mundial con todo tipo de privaciones y sufrimientos. Y esa filosofía de vida le ayudó en forma considerable.

Muchas personas se han preguntado en estos meses de cuarentena, ¿cuál es le verdadero sentido de la vida? ¿cómo se consigue la felicidad? ¿Está acaso en el sexo?, ¿en el dinero?, ¿en el poder?, ¿en los placeres o bienes materiales? Conviene recordar que las personas somos seres abiertos a la trascendencia. Nuestro destino no concluye aquí en la tierra. Teniendo claro este punto de partida, se llegan a otros temas fundamentales.

Relacionado con estos cuestionamientos, en otro apartado de mi libro analizo: ¿Cuáles son las características de una personalidad centrada y equilibrada?  Y enumero: 1) La objetividad; 2) la autonomía e independencia para valerse por sí misma;

3) la capacidad de amar y darse generosamente a la persona amada y a los demás;

4) Tener sentido de la responsabilidad;

5) Poseer una visión amplia, es decir, considerar en forma panorámica la vida y a los demás. Engloba las metas trazadas en el campo profesional, familiar, personal, religioso, económico, político, estético, etc.

6) Tener sentido ético, capaz de distinguir acertadamente entre el bien y el mal. No relativizar los hechos que le ocurran a la persona ni caer en el subjetivismo cómodo y de mera conveniencia y mantenerse coherente con los valores a lo largo de toda la existencia.

7) Capacidad de reflexión. En una sociedad que se mueve vertiginosamente y con demasiadas prisas como la nuestra, conviene tener momentos de calma para meditar sobre nuestros propios actos (introspección), sacar consecuencias y corregir el rumbo, si hace falta.

8) Sentido de humor. Es la chispa de la vida sana para aprender a ver los problemas con cierta distancia; no perder la alegría ni el entusiasmo y, en ocasiones, cuando sea necesario, aprender a reírnos de nosotros mismos. Es decir, tener la saludable actitud de aprender a desdramatizar los hechos y situarlos en su justa dimensión.

9) Capacidad de entablar amistades profundas y duraderas. No hay mayor alegría que tener muchos amigos y cultivar esas amistades por toda la vida. ¡Cómo se disfrutan esos encuentros cuando los viejos amigos se reúnen y recuerdan divertidas anécdotas de la infancia, la adolescencia o episodios de la vida pasada!

10) Seguridad y flexibilidad. Por una parte, es importante ser congruente con los ideales planeados y tener firmes convicciones. Pero a la vez, no se puede caer en el inmovilismo y resistirse a cualquier cambio. Porque vivir supone incorporarse un torrente de cambios –más en nuestro tiempo- por ello hay que estar vigilantes y luchar contra esa tendencia de la rigidez mental.

11) Manejo de la frustración. No hay persona que no cometa errores o equivocaciones. Todos, sin excepción, somos seres imperfectos. Hay quienes “se hunden” ante sus propios fracasos, pequeños o grandes. Pero hay que aprender que de cada caída o error siempre se puede aprender algo positivo. Los modernos pedagogos y pensadores de recursos humanos en las empresas animan al personal a transformar esas limitaciones y visualizarlas como “retos”, “desafíos” o “áreas de oportunidad”. Y considerar el lado positivo o de aprendizaje que entraña alguna problemática concreta.

12) Manejarse por objetivos. Si no hay una guía clara en la vida es como un barco sin brújula que fácilmente se pierde en el inmenso mar y casi seguro no llegará a buen puerto. En definitiva, la integración de la personalidad madura abarca múltiples aspectos, pero podemos afirmar que toma en cuenta tanto lo humano como lo espiritual, debido a que tiene una visión trascendente de la existencia humana.

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