Banco de México tiene un mandato único: El control de los precios; o sea, buscar que la inflación esté en su meta y con un rango de uno por ciento para arriba o abajo de tal estimación. En condiciones estables, y quizá ya como un objetivo alcanzable después de la distorsión que ocasionó la pandemia, lograr que la inflación anual sea de 3% volverá a ser el objetivo alcanzable. La semana pasada, en la junta de política monetaria, desde mi punto de vista y de manera valiente y acertada, tres miembros decidieron bajar la tasa a 10.75%, y dos votaron por mantenerla en 11%.
Me pareció acertado y valiente, porque había varias razones para no hacerlo. Un entorno global volátil, un tipo de cambio arriba de $19 pesos por dólar y, por último, una inflación general anual arriba del 5%. Pero justo ahí estuvo la clave: en la inflación; pero la subyacente, que es aquella que quita los bienes y productos más volátiles, que últimamente han sido los agropecuarios. Un ejemplo. En el último año, el jitomate ha visto incrementos superiores al 170%, pues ese producto no está en el cálculo de la subyacente. Y justo esta inflación está en un rango de 4%.
En resumen, Banxico se apoyó en la inflación subyacente para tomar esta decisión y de paso, apoyar con ello a la economía nacional, que lleva mucho tiempo viviendo con tasas altas; es decir, con el costo del dinero muy alto. Lo curioso fue que después de anunciar la baja, el peso reaccionó bien y no se depreció; por el contrario, se apreció un poco.
Esta semana es importante porque se publica la inflación en Estados Unidos; el martes al productor, y el miércoles al consumidor. Ese dato será fundamental para la decisión que la FED adoptará el 18 de septiembre. Dependiendo de cómo salga, la Reserva Federal podría bajar 0.25% o hasta 0.50%.
Por otro lado, la temporada de reportes continúa. Más del 77% de las empresas que lo han hecho hasta el momento, lo han hecho mejor a lo esperado.
Hay muchas incógnitas en el corto plazo. Desafortunadamente, muchas de ellas no son estrictamente financieras. Me refiero a la tensión geopolítica entre Israel e Irán, a las elecciones en Estados Unidos y a las reformas al Poder Judicial en México, que podrían aprobarse en septiembre.
De suceder, estoy seguro que el peso puede sufrir una depreciación adicional.
En lo económico, todo se centrará en cuándo, por fin, podría llegar una desaceleración y evitar una recesión.
@juansmusi
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