Henry Matisse y el arte salvaje

PARIS salón de otoño 1905, un verdadero revuelo pues estalla lo que se conoce como movimiento fauve o salvaje, esto quiere decir que  la academia no se toma en serio. La modernidad por llamarla de alguna manera en aquel entonces, está mal vista. Los nuevos artistas se lanzan a interpretaciones muy libres, utilizando colores brillantes y figuras que  podríamos decir desdibujadas y hasta grotescas algunas, pero con mucha fuerza y expresividad, ese fue el momento que se considera da inicio a la pintura moderna.  Entre los muchos expositores, había un escultor cuya obra recordaba a Donatello, e hizo que un crítico comentara. “Donatello parmi les fauves”. Donatello entre las fieras.  Como ocurrió con el impresionismo, este epíteto se generalizó y dio nombre a este movimiento.

Entre los artistas desconocidos que se presentan, está uno muy especial, Henri Matisse al que se le  considera  su creador.

Al principio no fue más que una violenta y confusa reacción contra el estado de cosas existentes, la forma de ser, de vivir, la rebeldía heroica  si se quiere pero cándida, de dos jóvenes libertarios y extremadamente ambiciosos que pretendían conquistar el mundo… Salvat Historia del Arte.

Trabajador incansable, va descubriendo y mostrando la infinita creatividad que le caracterizó.  Estudiante  tenaz  no dejaba de visitar museos,  mirar y embelesarse con  las obras maestras, donde  encontraba inspiración. Reconocido  y admirado en su tiempo, siempre mencionó  la influencia de Gauguin en su desarrollo.

Este líder absoluto de los fauvistas,  al final de su larga vida tiene un serio problema de movilización, el cual le inhibe para poder pintar con pincel, entonces  lo  cambia  por las tijeras e inicia lo que hoy conocemos como collage, logrando piezas de  gran belleza y colorido.

Cuando verdaderamente existe una vocación, los problemas se solucionan de una u otra forma, los grandes creadores a pesar de los obstáculos no se dejan derrotar y nos dejan muestras bellísimas que reflejan el espíritu indomable que las creo.

Una de las libertades que impone el fauvismo, es que la pintura no tiene necesariamente que concordar con los colores reales del o los objetos, hay que atreverse y utilizar colores propios, que tengan una resonancia y significado interior para el artista. Así este movimiento logra con la pureza de este colorido una fuerza y brillo hasta entonces desconocido.

El fauvismo tal  y como la consideramos hoy en día, es sin duda un estado del espíritu ligado a las convulsiones de su tiempo. Cada uno de los artistas que contribuyeron a él, conservaron una gran autonomía y, muy pronto tras haber participado en esta exaltadora explosión recuperó su independencia rehuyendo las recíprocas influencias. “Salvat Historia del Arte”.

 

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