Las bondades de las tradiciones familiares

Comer en familia pareciera que ha pasado de moda, o es considerado anticuado, sobre todo en los jóvenes que no “ven la necesidad” de sentarse a la mesa con sus padres y hermanos. Lo anterior se debe a un deterioro en las uniones familiares, al pragmatismo que vive hoy día la sociedad y en especial al egoísmo que caracteriza al ser humano que no se forma para vivir al servicio de los demás.

Sin embargo, contrario a lo que muchos pudieran argumentar que son “nuevos tiempos” y que hay que aprender a adaptarse a las nuevas épocas, como suelen justificar los ideólogos que inmiscuyen sus ideologías inadvertidamente, existen estudios como el de la Universidad de Illinois (EE.UU.), que corroboró que los hijos que comen junto a su familia tienen menos riesgos de sufrir trastornos alimenticios. Lo que nos comienza a demostrar, que no porque hayan pasado años, lustros o siglos de algunas “tradiciones” “costumbres” quiere decir que no funcionan, o que es de anticuados practicarlas. Veamos por qué este estudio hace un llamado importante a las familias para que regresen a comer en el hogar a la mesa.

La investigación -que revisó 17 estudios sobre patrones de alimentación y nutrición de 200 mil niños y adolescentes- mostró que quienes comen en familia presentan tasas más bajas de bulimia y anorexia, menos índices de comidas omitidas y menores índices de tabaquismo. «Los padres pueden no ser capaces de reunir a sus familias en la mesa siete días a la semana, pero sí pueden programar tres comidas en familia a la semana para salvaguardar la salud de sus hijos de forma significativa», dijo Bárbara Fiese, investigadora del estudio en un comunicado de la universidad.

Lo que también exhorta a sacrificar horas de trabajo, tiempo con las amigas (os), periodos en el gimnasio, etcétera que en la mayoría de las veces no son necesarias y que podemos dedicar a los nuestros. Es decir, sabiendo que las horas que muchas veces empleamos en ocio sin estar con la familia, podemos darles un sentido de entrega al no emplearlas en lo que creemos “más importante” y dedicar a comer en familia.

Finalmente, dicho informe, también mostró que los adolescentes que comen tres comidas a la semana en familia son un 12% menos propensos a tener sobrepeso, es más, quienes lograron hacerlo cinco veces a la semana, demostraron ser un 35% menos propensos a tener desórdenes alimenticios que quienes no lo hacen y un 24% más favorables a formar hábitos saludables de alimentación.

Asimismo, la investigación publicada en la revista Pediatrics, definió en cuanto a trastornos de alimentación se refiere, que la falta de convivencia durante la comida a la mesa en familia,a ha demostrado en los jóvenes, grandes atracones de comida, seguidos por vómitos -conducta bulímica-, el consumo de pastillas para adelgazar o laxantes, saltarse comidas, comer poco y fumar para controlar el peso.

Comer a la mesa en familia mínimo tres veces a la semana bien vale la pena, porque citando lo que dicho informe explica, este hábito también permite a los niños, mejorar su lenguaje, confianza, habilidades para comunicarse y conocimiento de la contingencia, y que además los ayuda a que sean menos individualistas e intolerantes. A lo que yo agregaría, que también beneficia en la comunicación en el matrimonio.

Hagan la prueba y no sean presa de la “modernidad” que lo único que hace es deshumanizar a la humanidad.

Y para no quedarnos atrás y ver hacia delante

El sábado en una Iglesia que frecuenta mi mamá, al llegar encontró al sacristán muy alterado y pidiendo ayuda, resulta que un hombre humilde de unos 70 años que normalmente pone las flores para las bodas, se había desvanecido. Suplicaban ayuda y mi mamá no supo qué hacer, más que enderezarlo, darle a oler alcohol y solicitar entre los feligreses a un médico o llamar a la Cruz Roja. El hombre murió de un ataque al corazón en los brazos de mi madre frente al sagrario. Lo que nos recuerda que nadie sabe el día ni la hora, pero también que hay que estar preparados para ayudar cuando algo así nos suceda.

Nos leemos la semana que entra para no quedarnos atrás y ver hacia delante.

 

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