Mucha gente me ha dicho que me lee y me oye más negativo, digamos pesimista o bien menos positivo; no es así, estoy preocupado pero me mantengo optimista y haciendo lo que a mí me toca que es trabajar y aprovechar las oportunidades que llegan cuando nos sacuden. A veces, sin darnos cuenta la estabilidad nos pone en “zonas de confort”, y cuando llegan los cambios abruptos nos movemos y nos concientizamos para buscar más oportunidades así como mejores y mayores fuentes de ingreso; pero también somos más conscientes del gasto y la incertidumbre que nos obliga a ser más precavidos. Recuerden cómo nos movió el tapete la llegada de Trump (quien nos ha traído a trapazos entre el TLCAN, el muro, inmigrantes, etc. ), recuerden cuánto sufrimos la campaña electoral, y más tarde el abrumador resultado. También nos marcó la cancelación del NAIM, y recientemente la baja de calificación de PEMEX; los últimos dos años han sido difíciles para México, y por ende para los mexicanos.
Sugiero meternos con más ganas a lo nuestro, a lo que sabemos hacer, dejando de preocuparnos por tanta cosa que no está bajo nuestro control; desde luego que aconsejo empatía y participación ciudadana donde sí podemos aportar algo. Es claro que el nuevo gobierno dirige sus mensajes a sectores específicos, y hay un alto contenido social que no va a promover el crecimiento económico, pero ello, va en su propio detrimento. Veo a México creciendo este año al 1.7%, en el mejor de los casos.
Pero si no queremos preocuparnos más y apostarle, por lo menos a la estabilidad con bajo crecimiento, hay dos cosas que tenemos que atender de manera urgente:
1.- PEMEX. – He dicho y reconocido que hay un esfuerzo, así como la aceptación del gobierno federal por rescatar a la paraestatal; sin embargo un esfuerzo que se puede quedar corto, y si no se atiende debidamente, puede llevarnos a la degradación de la deuda a nivel de “bono chatarra”. Este evento que podemos evitar, podría incluso permear y contaminar la deuda soberana por la interdependencia que hay entre Pemex y el Gobierno.
2.- DISCIPLINA FISCAL. – NO podemos endeudarnos más, debemos conformarnos con lo que tenemos y poco que se recauda; no hay una Reforma Fiscal en puerta, lo que nos condena a tener un presupuesto pobre y sin margen de maniobra. Hoy con lo que se tiene debemos pagar la deuda, la nómina de gobierno, los programas sociales, capitalizar y ayudar a Pemex; y desafortunadamente, ya no queda para invertir en infraestructura.
¿Por qué es intocable lo anterior? Porque si cualquiera de estos dos aspectos se deterioran, los efectos sobre el tipo de cambio serían inmediatos ya que una gran cantidad de miles de millones de dólares, que hoy aprovechan los extranjeros y locales ganando altos rendimientos (8.7%), se regresarían a su país de origen; esto, provocaría una presión tanto sobre la inflación como en tasas de interés, teniendo como resultado final una disminución en el crédito, intereses más caros, pérdida del poder adquisitivo y obviamente una desaceleración económica mayor.
Si PEMEX mantiene –e incluso mejora su perspectiva y calificación– y si el gobierno federal se ajusta el cinturón y no se endeuda más, estaríamos apostando a un escenario de bajo crecimiento pero con estabilidad macroeconómica; no es el mejor de los mundos, pero es un contexto, que permitiría en el corto plazo y con decisiones valientes (Reforma Fiscal), cambiar el rumbo del país y eventualmente buscar mayores tasas de expansión. Si lo macro se desordena, todo se complica.
@juansmusi Febrero 27, 2019
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